Luis Díaz fue titular en su primera final de Champions League, entre Liverpool y Real Madrid. Eso ya es una razón de orgullo sin igual, más si se tiene en cuenta que hace apenas cuatro meses se enfundó la camiseta roja. Pero la noche en París no fue su noche.
El colombiano no dispuso de mayores ocasiones y lució especialmente impreciso para su promedio, con lo cual pasó 65 minutos sin poder hacer diferencia en el Parque de los Príncipes de París. ¿Pesó la final? Solo él lo sabe. Pero en general su equipo perdonó en un buen inicio y luego, con el marcador en contra, no pudo salir de la trampa.
Y eso que el inicio era prometedor. Quería Díaz y no le daban bien el pase sobre los 12 minutos; él mismo se hacía cargo e iba por la pelota pero le salía muy largo el pase a Salah; pero a los 16 al fin lo encontraba Mane más libre y le dejaba una pelota limpia que bloqueaba a tiempo Carvajal para resolver el lío.
Una pena que a los 22 se engolosinara cuando le quedaba una pelota al pie y todo el campo por delante para recorrer en su endiablada carrera, pero se excedió en el regate.
Se le escapaba a Carvajal, que desde el piso lo ‘camiseteaba’, pero justo cuando ganaba el duelo se le iba muy larga la pelota al colombiano. Igual estaba metido, volviendo a su campo para apoyar, en esa reacción tan suya tras la pérdida que tanto gusta en Inglaterra.
Durísimo le entraba Carvajal en el choque por la espalda y abonaba el camino a una tarjeta y otra vez lo cortaba sobre los 35, ahora con la indicación del árbitro de que lo estaba siguiendo.
Y le ganaba también el español, hay que reconocerlo, en una pelota que otra vez quedaba limpia pero volvía como en moto Carvajal, justo para sacarlo de carrera a Díaz. Ese duelo que empezó tan bien para el de rojo, se fue equilibrando hasta favorecer al de blanco en los primeros 45 minutos.
Para el segundo tiempo, de nuevo ganó el marcador al delantero en una rápida salida y volvió a fallar en el control en una pelota que le quedo frente al arco.
Mejoraba después en una muestra de sacrificio, volviendo a tapar su banda y ayudar en la recuperación, y metiendo luego un centro a Mané que no pudo resolver el senegalés. Pedían una falta suya que no era contra Militao.
Pero no era una noche fluida para el habitual inquieto de la banda izquierda y tenía que meter mano Klopp: a los 65 se tuvo que ir a Díaz, quien no logró firmar el partido que soñaba, y le daba paso a Diogo Jota. El partido se perdía y era hora del sacrificio. Un aplauso de los suyos fue el premio a una entrega que no se discute.
Fuente: Futbolred