Desde que comenzó la 2021-22, el Atlético con el cetro de campeón en la mano, el equipo se ha desangrado por ese flanco que nunca fallaba: el de su defensa. Casi desde el inicio, Oblak mostró su perfil más humano. Casi desde el principio, comenzaron los problemas en defensa para Simeone. Savic, fuera en las cuatro primeras jornadas de la fase de grupos de la Champions por la sanción en la vuelta de los octavos de la temporada anterior, ante el Chelsea. Su pareja más eficiente, la masa madre de la pizza del Cholo, se quebró en la 4º jornada de Liga, por el regreso de los futbolistas CONMEBOL. El uruguayo no jugaba. Simeone seguía abrazado a ese sistema que le hizo volar en la primera vuelta de la 2020-21, con tres centrales.
Savic y Giménez coincidían ante el Athletic y el Getafe, el uruguayo faltaba ante el Alavés, Savic empezaba a hacerlo en los partidos de la Champions (Oporto, Milan…) que iban llegando. A la piedra angular de la solidez del Cholo le iban saliendo grietas. Lo que comenzó empate a empate (Villarreal, Oporto, Athletic) tres meses después se convirtió en derrota a derrota (siete en los últimos 13 partidos, algo nunca antes visto en la década del Cholo al frente del banquillo rojiblanco). Savic, ausente en diez de ellos (nueve, baja, uno, el último, en el banquillo). Las grietas ya eran como el agua en una presa rota: inundándolo todo. Oblak, sin apenas milagros, ha encajado ya en Liga más goles (26) que todos los que recogió del fondo de su red (25) en toda LaLiga pasada. Dos títulos, los dos con el camino más corto, la Supercopa de España y la Copa del Rey, perdidos en seis días. Y Simeone dándole vueltas a algo: el regreso al 4-4-2.
Quizá eso es lo más llamativo de esta temporada: ver a Simeone dudar, que ninguna idea se le sostenga. Vuelve un rato al 4-4-2 (tramos de los partidos ante el Cádiz y el Milan), días (ante el Rayo), le funciona, los futbolistas funcionan jugando en su sitio, el equipo vuelve a ganar (Rayo Vallecano, Majadahonda). Pero el sistema vuelve a desmoronarse en el partido en La Cerámica, vuelta al 5-3-2. En enero, Simeone perdía definitivamente a Trippier (cuatro partidos). Necesitaba cemento de verdad para poder levantarse sobre ese pilar que fundó el cholismo: la solidez atrás, su 4-4-2, donde la salida tras robo era clave. Reinildo Mandava parece su hombre.
Los fichajes de invierno
El lateral izquierdo de Mozambique, el mejor en la Ligue 1 la temporada pasada, en un Lille que se proclamó campeón, “roba” como nadie. “Dispone de un timing extraordinario para aguantar los duelos y sabe siempre cómo y cuándo meter el pie. Difícilmente haya muchos jugadores que puedan superarle hoy en día en el uno contra uno”, le describía Andrés Onrubia, especialista del fútbol francés en Diario AS, en un perfil que analizaba su fútbol. Es el noveno jugador que más interceptaba en la Ligue 1, el que va a un duelo con esa estadística en las piernas, gana casi todos (111 de 194).
Cemento armado para un agujero que le habían tunelado a Simeone en su defensa: la izquierda. Lodi es un lateral brasileño, ataca de lujo pero aún le cuesta la defensa. Hermoso es central, no lateral. Reinildo era un fichaje para julio que los malos resultados han acelerado para enero. Simeone, en la prueba de ayer por la tarde, lo ponía en su once titular para el Camp Nou.
En la derecha, el otro fichaje del mes que acaba de pasar: Daniel Wass. Llorente, que sigue en la enfermería, respira. Wass no es lateral natural pero ejerce (era el futbolista de campo más utilizado por Bordalás en el Valencia, 1.784′). Su llegada le liberará para volver a jugar donde le gusta (y ha demostrado ser letal): varios pasos adelante. Simeone también le ha probado como titular en todas las pruebas con el Camp Nou en la cabeza esta semana. No habrá tiempo de ‘mili’ para ellos. En el regreso al 4-4-2 parecen los hombres adecuados, el danés y el mozambiqueño, para recuperar esa palabra perdida. La solidez, principio de todo.
Fuente: AS