Capacitación para el trabajo, otro ‘lunar’ del sistema laboral

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Entre los resultados de la Misión de Empleo que se presentó la semana pasada, una de las conclusiones apuntó a la necesidad de mejorar el modelo de formación y capacitación laboral. Si bien Colombia invierte al menos 0,32% del PIB en recursos públicos para la formación para el trabajo, y “con respecto a América Latina, es de los países que más recursos públicos canaliza a la formación laboral. Lo que es realmente loable y debe reconocerse. Sin embargo, los resultados en términos de empleabilidad no son buenos”, concluyó Santiago Levy, uno de los dos investigadores que lideró la Misión.

(Diagnóstico del mercado laboral colombiano). 

De acuerdo con el experto, algunos de los hallazgos mostraron que la mayoría de quienes participan en programas de formación, para ser precisos, el 59% de los egresados, obtienen retornos negativos. Esto implica que el salario devengado no compensa los costos en que incurren las personas para obtener un título, y además, solo el 35% tiene una ocupación relacionada con la temática del curso que estudió.

La Misión de Empleo reconoce como uno de los elementos centrales de un mercado de trabajo funcional la adquisición de nuevas habilidades y la capacitación laboral, y que, independientemente del nivel educativo que alcancen los trabajadores, el aprendizaje no debe concluir cuando las personas terminan su escolaridad formal.

LAS EMPRESAS

La conformación del tejido empresarial colombiano dificulta lograr esto, debido a su composición, que por ende deriva en inestabilidad y precariedad de los empleos, según la Misión.

“Sorprende la cantidad de empresas que hay en Colombia, alrededor de 7,1 millones, y la inmensa mayoría (97%) son empresas de 1 a 3 trabajadores. Ahí la frontera entre un trabajador independiente o una microempresa familiar es un poco vaga, y ese número es difícil de calcular. Pero de esas, la inmensa mayoría (81%) son informales, en el sentido de que en esas empresas los trabajadores carecen de acceso a la seguridad social contributiva”, indicó Levy.

El análisis señala que muchas empresas colombianas son frágiles y cierran con poco tiempo de operación, contribuyendo a la alta rotación en el empleo. Pero aún si permanecen, “su reducido tamaño dificulta invertir en capacitación laboral”, y añade la Misión, “si una empresa tiene entre 1 y 3 trabajadores, y uno de ellos acude a un centro de capacitación, la empresa deja de contar con al menos un tercio de su planta laboral”.

(‘Mercado laboral en el país funciona mal’: reparos de misión de empleo). 

Otro hallazgo de la Misión es que 42 % de los trabajadores que se ocupan en empresas, y 30 % de los que se ocupan por cuenta propia, tienen menos de un año de antigüedad en su trabajo, lo que también dificulta la formación para el trabajo.

LAS INSTITUCIONES 

Hay varios puntos que podría mejorar el sistema colombiano para mejorar el uso de los recursos según la misión. La regulación de la oferta de programas está dividida entre los ministerios de Educación, Trabajo y el Sena, y según la Misión, esto se da “en un contexto de poca coordinación, débil conexión con el sector productivo, y traslape en las funciones de regulación y provisión de servicios” y sumado a ello, “los presupuestos públicos se asignan de forma inercial, con independencia de la calidad o pertinencia de los programas”.

La misión propone entonces que se trabaje en un único sistema que agrupe la oferta de educación vocacional y técnica de las instituciones de educación superior, de educación para el trabajo y el desarrollo humano, y del Sena.

Dicho sistema, además, requeriría de tres elementos: una organización jerárquica y regulación común, separación clara de las funciones de regulación de las de provisión de servicios, y el uso de toda la información disponible para vincular estrechamente la oferta de capacitación con las necesidades de las empresas, y para evaluar la calidad y pertinencia de los programas.

Para algunos expertos en el sector como Iván Jaramillo, investigador del Observatorio laboral de la U. del Rosario, “hay que abandonar los esquemas tradicionales y transitar hacia nuevas habilidades. Y hoy en día se ha identificado que la demanda de trabajo está valorando muy positivamente habilidades como el pensamiento crítico, el aprendizaje activo y la inteligencia emocional, entre otras”.

(Un mercado laboral más flexible, clave para mayor competitividad). 

Por su parte, Juan Carlos Guataquí, catedrático de la Universidad Javeriana, “Colombia nunca ha podido bajar el desempleo del 8%, es un desempleo estructural que no es más que el desencuentro entre lo que el sistema educativo forma y lo que el mercado requiere”. Además, según Guataquí, “el problema de la formación para el trabajo está en que el Sena es formador y regulador, y que el marco nacional de cualificaciones no se ha logrado montar en el país”.

UN NUEVO SISTEMA 

Entre las recomendaciones de la Misión para un sistema único y eficiente de formación para el trabajo, la Misión señaló que esto permitiría “la entrega y renovación de permisos de operación, acreditaciones y certificaciones de calidad, se basen en información sobre las necesidades del sector productivo y los resultados en términos de empleabilidad e ingresos de los graduados”. Pero para ello se necesitaría que el presupuesto de las instituciones públicas se asocie con la calidad y pertinencia certificada de sus programas, y se limiten las contrataciones a quienes muestren resultados de calidad y pertinencia.

PORTAFOLIO

Fuente: Portafolio