La llegada del Grupo Gilinski, el nuevo gran accionista que busca generar cambios al interior de algunas empresas del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), obligará a reorientar la estrategia a ese grupo de compañías, tras mantener por casi 44 años una estructura de enroque accionario o de cruzamiento de propiedad, derivado de un antiguo modelo japonés llamado Keiretsu.
Con ese modelo, las compañías del GEA, que no es una denominación jurídica, lograron en ese momento defenderse de los intentos de tomas de control por parte de algunos grupos económicos colombianos, pero la situación cambió y se demostró que a través del mecanismo de oferta pública de adquisición (opa) se podía comprar participaciones grandes, como lo hizo el Grupo Gilinski.
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Este grupo logró aceptaciones para comprar el 27,69% de la propiedad de Nutresa, aunque aspiraba a al menos el 50,1%, y el 25,42% de Grupo Sura, transacciones en las que va a pagar en total unos $7,8 billones.
aproximadamente, será el monto total que el Grupo Gilinski deberá pagar por las participaciones en el Grupo Sura, en donde habría alcanzado el 25,42% de acciones y en el Grupo Nutresa, donde la porción accionaria habría llegado a ser del 27,69%.
Sin embargo, Édgar Jiménez, del Laboratorio Financiero de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, comenta que ya desde hace algunos años se había analizado a nivel académico que algunas empresas listadas en bolsa del GEA “tenían una especie de puerta abierta para inversionistas que quisieran comprar participaciones importantes. El Grupo Gilinski simplemente aprovechó esa oportunidad”, dijo.
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Para César Tamayo, decano de Economía y Finanzas de la Universidad Eafit, el GEA van a empezar a buscarse alternativas de manejo de las participaciones pues se demostró que no era imposible romper el enroque. “En la medida que hay inversionistas con caja se hace difícil resistir. Colombia no tiene una bolsa liquida o con inversores para que este esquema haya caducado”.
“Creo que fallaron los programas de recompra de acciones”, detalla el académico de Eafit de Medellín.
Pero advierte que esto es un fenómeno que pasa en todo el continente pues hace 10 años hubo un boom y ahora los Gilinski compraron a precio de ganga. Era el momento para los accionistas que les mejoraran la rentabilidad de sus papeles.
Tamayo asegura que si tratar de blindar la propiedad es más difícil, entonces hay que buscar alternativas para esto y una de ellas puede ser imprimir de manera más permanente la construcción de valor.
Por su parte, Francisco Azuero, profesor asociado de la facultad de Administración de la Universidad de los Andes, considera que pese a la novedad que para algunos constituyó la realización de dos opa simultáneas sin un acuerdo previo, este es un mecanismo normal en cualquier mercado y en el que un accionista minoritario puede constituir un contrapeso frente al que tiene la mayoría de acciones.
Estimó que en el GEA tienen que cambiar de estrategias no obstante a que siguen siendo los accionistas predominantes.
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“Creo que la estrategia defensiva del enroque demostró que no sirve y es vulnerable y es posible que tengan que cambiar la estrategia. En una sociedad anónima los accionistas deben estar informados y participar en las juntas y tomar parte en las estrategias de la empresa. Hay unas reservas legales que cumplir y es necesario que hayan visiones diferentes tomando parte de las decisiones. Ese es el proceso de la sociedad anónima”, dice Azuero.
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Afirma que para la Bolsa de Colombia también habría una afectación pues las acciones objeto de las opa perderán liquidez al haber sido compradas en una participación importante por un solo socio “y eso eventualmente puede tener efecto sobre el precio”.
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Fuente: Portafolio