La transportadora de gas natural, Promigas, se convertirá en la primera empresa de este segmento en meterse de lleno a producir hidrógeno. Si bien, están dando los primeros pasos con un piloto, ya piensan en como puede llegar a ser rentable el negocio.
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En diálogo con Portafolio, Juan Manuel Rojas, presidente de la compañía, no solo explicó la nueva apuesta, sino además en qué se desembolsarán los $930.000 millones de inversión para el 2022, así como el proyecto inmediato: el gasoducto Jobo – Antioquia, que esperan ponerlo en operación en 2024.
¿Cuál es el reto en el tema de transición energética?
Estamos trabajando en un piloto de hidrógeno. Hemos avanzado en esta tarea. Y el electrolizador que adquirimos pronto llegará a las instalaciones. Lo que falta por decidir es en qué parte de la cadena del hidrógeno vamos a competir. El mundo de este elemento es muy amplio. La ventaja que tiene la compañía en esta iniciativa es que entraremos de lleno a producir el principal gas que es el hidrógeno. Tenemos la experiencia en manejar gas natural, y esto nos ayudará para en un futuro producir hidrógeno.
¿Cuál será el costo – beneficio de esta apuesta?
Tenemos que ver en qué eslabón de la cadena del hidrógeno podemos competir para tener tasas de rentabilidad aceptables. Todavía es un proyecto piloto. Pero el futuro tecnológico en energía se verá a corto plazo en la producción de hidrógeno, y ahí es donde haremos la apuesta.
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¿Cuáles son las inversiones para el 2022?
Para el presente año aumentamos la inversión en un 25% con respecto al 2021 ($745.000 millones), y se trazó un monto de $930.000 millones. Del total, se destinarán $430.000 millones para transporte y $480.000 millones para obras en distribución de gas y energía. Otros $80.000 millones irán a servicios energéticos, y en inversión social se desembolsarán $30.000 millones. Así mismo, el 70% de los dineros ($650.000 millones) va para la tarea en Colombia y el 30% ($280.000 millones) para Perú.
¿Cuál es el balance del sistema de transporte de gas natural en el país?
Es robusto pero al mismo tiempo tiene oportunidad de crecimiento. Lo que han demostrado los operadores es que hay confiabilidad en el suministro. Así mismo la operación ante situaciones complejas como los paros. Pero se prestó el servicio continuo para atender la demanda.
¿Cómo se ampliaría la red?
El sistema actual se construyó alrededor de los dos grandes campos: Ballena y Cusiana. Y el país está interconectado con el gasoducto que va desde Ballena hasta Barrancabermeja y de ahí hasta el centro del país. La tarea es cómo hacer mucho más complementaria la red para darle mayor confiabilidad en el suministro de gas. Y un proyecto es precisamente el gasoducto Jobo – Antioquia.
¿Por qué el interés por desarrollar esta línea?
Hay un nuevo pocked de gas natural que está emergiendo en el país y es el Valle Inferior del Magdalena. Y para llevarlo al centro del país toca por la línea hasta Ballena, y de ahí hacia el interior. Por esta razón, el gasoducto Jobo – Antioquia que proponemos, con una obra complementaria que es la bidireccionalidad Barranquilla – Ballena, brindará más confiabilidad y complementariedad al sistema. También está proyectado la ampliación de la regasificadora en Barú para ampliar la capacidad en una primera etapa de 50 millones de pies cúbicos del energético.
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¿Cuándo entraría en operación el gasoducto?
Si se logra terminar la estructuración al cierre del primer semestre del presente año, viene el proceso de licenciamiento ambiental, y tendríamos la capacidad de ponerlo en operación en diciembre de 2024. El proceso de consultas previas lo desarrollaríamos en el segundo semestre de 2022 y parte del 2023.
¿Qué otros proyectos que desarrollarían?
Uno sería la bidireccionalidad Transmetano – Sebastopol, para reforzar el suministro del norte hacia el centro del país. Así mismo, una línea hasta el Eje Cafetero y Mariquita. Pero ambos proyectos son a largo plazo. Se reforzaría el abastecimiento de gas natural hacia el suroccidente del país. También, ampliar el portafolio de servicios a los 5.800.000 de usuarios que poseemos.
¿Cómo analizan la regasificadora del Pacífico?
Hay dos grandes interrogantes. El primero, quién va asumir los costos del montaje, y el segundo, es la parte técnica. La licencia ambiental y las consultas previas para el montaje del gasoducto Buenaventura – Yumbo son muy complejas. Y se suma las condiciones técnicas de la bahía donde quedaría el puerto regasificador que no permitiría a los buques descargar el combustible.
ALFONSO LÓPEZ SUÁREZ
Fuente: Portafolio