Rusia quiere diálogo pragmático para nueva seguridad europea

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No va a estallar una guerra por Ucrania. Y tras esa confirmación de los mandatarios occidentales y del ruso, Vladimir Putin, se abre la ventana para un ‘diálogo programático’ sobre la seguridad europea que, de suyo, implicará concesiones de parte y parte.

“Rusia no quiere la guerra en Europa” dijo el presidente ruso al mundo, enterrando el rumor de que la posible invasión al país vecino tendría lugar este miércoles, al tiempo que reafirmó que esta crisis debe resolverse por medios pacíficos.

Paralelamente a este contundente mensaje, el Kremlin anunció el repliegue de buena parte del contingente militar que desde hace dos meses había concentrado en la frontera con Ucrania -fruto sin duda de la ofensiva diplomática-, calificado como “un primer signo alentador” por Occidente, aunque reservándose el derecho a la verificación, tal cual lo expresaron los presidentes Joe Biden y Emmanuel Macron, de Estados Unidos y Francia, respectivamente.

En una conversación telefónica, la cuarta desde el inicio de la crisis ucraniana, los mandatarios también reiteraron que seguirán “perfectamente coordinados” frente a su homólogo ruso.

El ministerio ruso de Defensa anunció, poco antes de un encuentro en Moscú entre el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente Vladimir Putin, que una parte de los 100.000 soldados desplegados regresaba a sus cuarteles el martes. Difundió varias imágenes con tanques cargados en un tren.

El presidente ruso confirmó esta “retirada parcial”, pero ni el Kremlin ni el ejército detallaron la envergadura del repliegue. Paralelamente, Rusia sigue realizando maniobras militares en Bielorrusia, vecino de Ucrania, que durarán hasta el 20 de febrero.

Pese a esta “buena señal” como coincidieron en manifestar tanto los líderes europeos y con “prudente optimismo” el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien abogó en que sea un paso real “de desescalada”, Putin dijo que su país “no está satisfecho” con la promesa de que, por ahora, esa Alianza militar trasatlántica no aceptará a Ucrania.

“Rusia escucha que Ucrania no está lista ahora para unirse a la OTAN, conocemos esta tesis”, señaló Putin en la rueda de prensa conjunta con el canciller de Alemania, Olaf Scholz. “Dicen (la OTAN) que no la aceptarán (a Ucrania) mañana, pero la aceptarán cuando esté preparada para ello, puede ser en unos años”, ha reiterado el mandatario, que ha advertido de que, en ese escenario, para Rusia “puede ser demasiado tarde”.

Por ello abogó por “resolver este problema ahora, ahora mismo, en un futuro cercano (…) por medios pacíficos” e insistió en que espera que sus preocupaciones sean “escuchadas y tomadas en serio”.

Insistió en que “no quiere la guerra” y, por ello, su gobierno presentó una serie de propuestas en el marco de un proceso de negociación “cuyo resultado deber ser un acuerdo para garantizar la seguridad igualitaria para todos”.

Sí…pero no

Sin embargo, el retiro militar ruso de la frontera no se vislumbra como el principio del fin de la actual coyuntura, máxime porque las declaraciones de Putin abrieron otros interrogantes. Un escenario indescifrable.

Cuestionado sobre si Rusia continuará retirando a sus efectivos de la zona limítrofe, el presidente ruso respondió que Moscú actuará “de acuerdo con un plan que depende de la situación real”.

“¿Quién puede responder a cómo se desarrollará esta situación? Nadie todavía. No depende solo de nosotros”, agregó, al tiempo que insistió en que busca llegar a un “acuerdo” sobre los “problemas planteados”, para “resolverlos a través de la diplomacia”.

Por otro lado, lamentó la falta de avances de los Acuerdos de Minsk y acusó a Ucrania de “negarse a cumplir” la hoja de ruta. “No hay avances en puntos tan fundamentales como la reforma constitucional, la amnistía, elecciones locales o aspectos legales del estatus especial de Donbás”, explicó.

Denunció que en Donbás se lleva a cabo un “genocidio” y ha asegurado que “en Ucrania, los Derechos Humanos se violan de forma masiva y sistemática, la discriminación contra la población de habla rusa está fijada a nivel legislativo”.

Putin también pidió que el gasoducto Nord Stream 2, que a un multimillonario costo construyó Rusia para llevar gas a Alemania a través del mar Báltico, comience ya a funcionar, porque “garantizará la seguridad energética de Europa”.

Se refirió al Nord Stream 2 como un proyecto puramente económico y respetuoso con el medioambiente, sin “matices políticos”, desvirtuando que el mismo sea utilizado como “un arma de guerra geopolítica” como lo manifestó su par ucraniano, Volodimir Zelenski.  Además, preguntó si los consumidores alemanes están preparados para pagar más por el gas si el gasoducto no comienza a funcionar.

Por su parte, el canciller Scholz recordó que la vía diplomática “no está agotada” y que Alemania, junto a sus socios y aliados de la Unión Europea y la OTAN, está “preparada para discutir pasos concretos para mejorar la seguridad para ambos lados, o mejor aún, mejorar la seguridad compartida”.


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Agregó que “hay suficientes bases de discusión” con Rusia “para que las cosas evolucionen positivamente”.

“Estamos dispuestos a seguir el camino de la negociación”, respondió Putin, aunque criticó el rechazo a sus principales exigencias, a las que no recibió “lamentablemente una respuesta constructiva”.

Estas reivindicaciones son el fin de la política expansionista de la Alianza Atlántica, el compromiso de no desplegar armas ofensivas cerca de las fronteras rusas y la retirada de infraestructuras de la OTAN en las fronteras de 1997, antes de que la organización no recibiera a exmiembros del bloque soviético.

Los occidentales han calificado las demandas rusas de inaceptables, pero han propuesto un diálogo en otras cuestiones como la limitación de armamento.

Sobre el gasoducto sostuvo que “todos entienden lo que está mal” en lo que respecta al proyecto, que ya está terminado, pero no se ha puesto en funcionamiento, pero se evitó pronunciarse sobre la posibilidad de que éste sea blanco de sanciones si no se desactiva la crisis con Ucrania.

La rueda conjunta tuvo lugar tras la reunión privada de dos horas que sostuvieron en el Kremlin y donde, como ocurrió con el presidente francés Macron, los interlocutores estuvieron sentados en los extremos de una lujosa y larga mesa. Ello, como se indicó hace una semana, como precaución sanitaria para cualquier invitado extranjero que rehúse el test de detección covid.

El camino de la negociación

Entre tanto, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, urgió en conversación telefónica a su homólogo estadounidense, Antony Blinken, a un “diálogo pragmático” sobre la seguridad en Europa, al tiempo que le subrayó la “inadmisibilidad de la retórica agresiva utilizada por Washington y sus aliados más cercanos”.

El jefe de la diplomacia rusa también destacó la necesidad de “proseguir el trabajo conjunto” entre Moscú y Washington para apaciguar las tensiones, lo que casi de inmediato fue contestado por Blinken con la necesidad de que haya una “desescalada verificable, creíble y significativa” en la frontera con Ucrania.

Blinken “señaló que, aunque cualquier nueva agresión rusa contra Ucrania provocaría una respuesta transatlántica rápida, severa y unida, seguimos comprometidos con un camino diplomático y creemos que sigue habiendo una oportunidad para resolver la crisis pacíficamente”, según informó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

Entre tanto, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, se mostró cauto sobre las informaciones llegadas desde Moscú y sostuvo que su país “no cree lo que oye sino lo que ve”. Sin embargo, sostuvo que “si a esas declaraciones le sigue una retirada real, creeremos que es el inicio de una desescalada real”.

Kuleba destacó “el inquebrantable apoyo de los socios permite a Ucrania estar en una posición fuerte y preparada ante cualquier escenario”.

Las suspicacias de Kiev en torno a las verdaderas intenciones de Moscú se han visto acrecentadas por la iniciativa parlamentaria para instar al presidente Putin a reconocer a los gobiernos rebeldes en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este ucraniano.

El Ministerio de Exteriores ucraniano ha advertido de que este reconocimiento implicaría “una retirada deliberada (de Rusia) de los Acuerdos de Minsk”, teórica ‘hoja de ruta’ para pacificar el este de Ucrania.

“Instamos a Moscú a adoptar una posición constructiva para lograr progresos en el marco de los formatos de negociación ya existentes”, señaló, por su parte, el portavoz del ministerio ucraniano, Oleg Nikolenko.

Así, entre la desconfianza y la expectativa se da un primer paso que puede llevar al tan anhelado punto de encuentro para ajustar el modelo de seguridad europea. 

Fuente: El Nuevo Siglo