Nuevas evidencias indican que el riesgo de autismo en los niños se incrementa cuando las madres tienen un embarazo con estrés. Es muy importante que la gestación transcurra de manera tranquila.
El estrés elevado nunca es bueno y, mucho menos, si tiene lugar durante el embarazo. La ciencia ha descubierto evidencia preliminar de que uno de sus efectos sería el de aumentar el riesgo de autismo en el bebé.
Es necesario decir que se desconoce la causa última del autismo. En los últimos años, ha tomado fuerza la idea de que su origen es genético. Sin embargo, los nuevos datos sugieren que el estrés juega un papel importante.
El estrés materno ha sido asociado con problemas como el parto prematuro y el bajo peso al nacer. También se sabe que los hijos de madres estresadas tienen más probabilidad de presentar problemas neuroconductuales.
El estrés y el riesgo de autismo
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada ha establecido que los altos niveles de estrés durante el embarazo se asocian con un mayor riesgo de autismo, obesidad y cólicos del lactante.
Esta investigación se basa en datos recogidos en 65 millones de mujeres embarazadas de Norteamérica, Europa, Asia y Oceanía. El estudio también señala que el estrés durante el embarazo aumenta el riesgo de padecer diabetes gestacional, preeclampsia y depresión posparto.
Los investigadores, coordinados por el doctor Rafael A. Caparrós-González, analizaron también más de 73 000 estudios sobre el estrés. Al final, solo 42 cumplían con los criterios de inclusión. Con base en todo ello concluyeron que el estrés durante el embarazo incrementa el riesgo de autismo.
Los efectos del estrés
El estrés de las madres es capaz de generar efectos sobre la salud de los hijos. Los científicos indicaron que esto se debe a que se alteran los niveles de diversas sustancias, como el cortisol.
Así mismo, aumentan las concentraciones de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina. El punto es que estas sustancias son capaces de atravesar la placenta y llegar hasta el feto. En otras palabras, el feto también recibiría el impacto y la marca fisiológica del estrés.
Por si lo anterior fuera poco, el estrés altera las bacterias que viven de forma natural en el intestino y que en conjunto se conocen como microbiota. Esta interviene en el eje intestino-cerebro, tanto de la madre como del bebé.
Lo anterior provoca alteraciones inflamatorias en el intestino, que pueden dar como resultado el cólico del lactante. Además, influye en la maduración del cerebro, por lo que puede favorecer la aparición de trastornos psicopatológicos en el bebé.
Otras evidencias
La investigación de la Universidad de Granada no es la única en la que se asocia el estrés durante el embarazo con el riesgo de autismo. Otra investigación había hallado que eventos estresantes durante el embarazo, como discordia familiar o catástrofes naturales, hacen más probable que el hijo sea autista.
También un estudio llevado a cabo en 2016 y publicado en el New England Journal of Medicine había llegado a una conclusión análoga. Por su parte, una investigación adelantada por el doctor David Beversdorf, de la Universidad de Ohio, indicó que varias madres con elevados niveles de estrés durante el embarazo habían dado a luz hijos autistas. Añadió que el momento de mayor vulnerabilidad es entre las semanas 24 y 28.
Pese a toda esta evidencia disponible, los científicos consideran que estos hallazgos son preliminares. Se debe investigar más para determinar de manera más precisa las razones y los mecanismos por los que el estrés incrementa el riesgo de autismo.
Consejos para reducir el estrés en el embarazo
Una manera de reducir el riesgo de autismo es controlando los niveles de estrés durante el embarazo. Es claro que durante esta etapa hay muchas inquietudes, en especial en las madres primerizas. Sin embargo, no se debe permitir que esto conduzca a una angustia elevada.
Algunas de las medidas que se pueden adoptar para reducir los niveles de estrés son las siguientes:
- Masajes. Esto ayuda a descargar tensiones, a relajarse y a dormir mejor. Lo ideal es que se realice poco antes de ir a la cama.
- Baños relajantes. El baño es un momento ideal para relajarse. Lo aconsejable es que se tome sin prisas y disfrutando de la experiencia.
- Actividades tranquilas y agradables. Leer un buen libro, ver una película o escuchar música tranquila.
- Pasear. Una simple caminata diaria de 20 minutos, a paso lento, puede ser un verdadero antídoto contra el estrés.
- Prácticas de relajación. El embarazo es la etapa ideal para realizar yoga o actividades similares.
- Practicar sexo. Es recomendable y seguro, a menos que el médico diga lo contrario. El sexo relaja, fortalece a la pareja y mejora el estado de ánimo.
¿Cuándo hablar con el médico?
Algunas veces, a pesar de que se tomen las medidas adecuadas, el estrés no cede durante el embarazo. En dichos casos, es una condición que debe ser tratada por el médico.
Lo mismo ocurre cuando se produce un evento que implica altos niveles de estrés, como una catástrofe natural o una muerte repentina de alguien cercano. Situaciones así suponen un impacto emocional muy alto.
En casos como los descritos, es posible que sea necesario tomar medidas concretas, farmacológicas o centradas en terapias naturales. El médico indicará cuál es la opción más adecuada y las dosis seguras.
Existen evidencias preliminares, pero muy sólidas, sobre el hecho de que el estrés durante el embarazo incrementa el riesgo de autismo en el niño. Lo que hay que hacer, entonces, es evitar estresarse en la gestación.
El embarazo es una fase maravillosa que se puede disfrutar siempre que se creen las condiciones para ello. Si existe alguna inconformidad, tal vez sea buena idea consultar con un psicólogo.
Fuente: Mejor Con Salud