¿Qué es la meritocracia y qué problemas tiene su aplicación?

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La meritocracia suele ser catalogada como un sistema que permite crear una sociedad justa. Los logros personales se obtienen en función de los esfuerzos y las capacidades individuales.

¿Qué es la meritocracia y qué problemas tiene su aplicación?

Última actualización: 07 marzo, 2022

La meritocracia es un sistema de recompensa basado en el mérito individual. Es decir, representa un modo de jerarquizar a las personas en función de sus talentos, capacidades, esfuerzos y dedicación.

Hoy en día, este sistema está muy difundido en nuestra sociedad. Es aplicado en instituciones tanto públicas como privadas. Por ejemplo, se evidencia cuando una administración contrata a personas por medio de concursos. Estos permitirían reconocer las competencias y los esfuerzos individuales.

En este sentido, la meritocracia suele ser catalogada como un camino para crear una sociedad justa. Los logros personales se obtienen en función de los esfuerzos y las capacidades individuales, pero no por riqueza, sexo, religión, etc. Sin embargo, este modelo esconde una problemática que es pertinente tener en cuenta.

Origen del término

El término meritocracia proviene del latín merĭtum, que significa “debida recompensa”; y del sufijo griego krátos, que significa “poder o fuerza”. Por tanto, implica que las jerarquías o posiciones de poder son determinadas en función del mérito individual.

A pesar de que esta noción ha sido empleada desde la antigüedad (como se puede observar en La república ideal de Platón), su versión moderna se debe al sociólogo y activista social Michael Young; quien acuñó el término en su libro The rise of meritocracy (1958). Una obra de ficción en la que el autor critica la tendiente elitista de la educación formal en Europa.

En esta novela distópica y futurista, el mérito es la conjunción de inteligencia más esfuerzo y representa la causa central de las desigualdades sociales. Pues permitió la creación de un gobierno elitista, conformado por una minoría inteligente y capaz, en desmedro de una mayoría ignorante e incompetente.

Bajo este escenario distópico, los individuos se ganaban un lugar dentro de la élite mediante su esfuerzo y dedicación; mientras que las personas que menos se esforzaban estaban condenadas a la pobreza.

La política de los países y de las grandes ciudades parece dar la razón a la meritocracia como sistema único y vigente de administración.


La meritocracia como ideal de sociedad justa

A pesar de que el término tuvo una connotación peyorativa en sus inicios y fue creado con un fin crítico, el discurso neoliberal se apropió de esta noción y lo dotó de un significado más positivo. Se defiende el hecho de que la meritocracia permitiría crear una sociedad justa.

De esta forma, vemos cómo la noción neoliberal se opuso radicalmente al planteamiento formulado por Michael Young en su texto distópico. Con respecto a este giro, en el año 2001 el autor manifestó su decepción, debido al destino que había tenido el concepto que él mismo acuñó.

El libro era una sátira que debía funcionar como advertencia. Es de buen juicio, para un empleo, elegir a los individuos por sus méritos. Pero es lo contrario cuando aquellos a quienes se juzga meritorios en algo se convierten en una nueva clase social que no deja espacio para otros.

~ Michael Young ~

Problemas de la meritocracia

A pesar de que la meritocracia se considere atractiva para disipar las injusticias y las desigualdades, esta noción esconde una gran problemática. Michael Sandel, filósofo político y profesor de la universidad de Harvard, sostiene que el sistema esconde dos problemas. Estos son los siguientes.

1. Desigualdad de oportunidades

Sandel dice que, en realidad, la sociedad no está a la altura de los ideales meritocráticos que profesa. Las oportunidades de base no son las mismas para todos los individuos.

Es decir, las familias adineradas son capaces de transmitir privilegios a sus hijos, otorgándoles ventajas educativas y culturales para ser admitidos en las mejores universidades. Según Sandel, en las casas de estudio más prestigiosas de Estados Unidos hay más estudiantes que pertenecen al 1 % de las de familias con mayores ingresos del país, que el 60 % con menos ingresos.

Por tanto, el esfuerzo llevado a cabo por las clases sociales más altas no es el mismo que el que realizan los grupos sociales más pobres. En este caso, los más adinerados tienen mayores oportunidades para obtener una preparación de calidad.

En cambio, los más pobres tienen que invertir un esfuerzo mayúsculo para acceder una educación de calidad. De hecho, muchas veces deben dedicar gran parte de su tiempo a generar ingresos que les permitan sobrevivir, lo que a su vez incrementa la deserción en las escuelas.



2. Actitud arrogante frente al éxito

Por su parte, el segundo problema que identifica Sandel es la actitud que alienta la meritocracia en aquellos que logran alcanzar el éxito. Es decir, los más aventajados creen que lo que han logrado se debe a sus propios méritos. Por tanto, intuyen merecer las recompensas que las sociedades de mercado otorgan a los ganadores.

Asimismo, los ganadores tienden a pensar que los que se han quedado atrás son los responsables de estar así. Por lo tanto, esta problemática de actitud genera una mayor desigualdad social. En otras palabras, la meritocracia crea arrogancia entre los ganadores y humillación a los que se han quedado atrás.

¿Se pueden solventar los problemas de la meritocracia?

Si bien la meritocracia presenta sus fallas de fondo, es pertinente rescatar lo positivo que esta propuesta tuvo en la sociedad. Pues es bien sabido que en épocas anteriores, las posiciones jerárquicas eran definidas por herencia, clase, familia y factores que no dependían del propio individuo.

Sin embargo, con la ascensión de la meritocracia, las oportunidades de elegir y el reconocimiento del esfuerzo, abrieron diversas puertas para impedir que el determinismo definiera el futuro. Además, hoy el mérito es un criterio importante para el buen funcionamiento de diversos procesos y para la distribución de recursos.

A pesar de estar lejos de lo ideal, se pueden observar resultados positivos. Principalmente en organizaciones privadas, en las que se puede crear un sistema bien definido. Los problemas de la meritocracia se pueden solventar siempre y cuando se garantice la igualdad de oportunidades para todos.

¿Cómo definir el éxito? No siempre los méritos personales son los que determinan lo que uno entiende como triunfo.

Un sistema a perfeccionar

Podemos concluir que la meritocracia no es una mala propuesta per se. De hecho, en nuestros días resulta un modelo de gran utilidad para el ámbito empresarial y laboral.

Sin embargo, si queremos que esta propuesta sea efectiva y beneficie realmente a la sociedad, debemos conocer los fallos que presupone y evitarlos. De no ser así, estaríamos agravando el problema que se busca combatir, o sea, la injusticia y la desigualdad social.

Fuente: Mejor Con Salud