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Un mes a bordo del portátil más poderoso de Apple

Hace año y medio, cuando Apple anunció que abandonaría los chips de Intel para llevar sus computadores Mac a procesadores propios, una de las principales motivaciones era obtener mayor desempeño con un consumo de energía más eficiente en sus portátiles. Ese objetivo se cumplió cuando llegó al mercado la primera generación de portátiles con procesadores M1 de Apple, en noviembre del 2020 (un MacBook Pro y un MacBook Air). Y ahora, con la llegada de una nueva generación de procesadores M1 a los MacBook Pro, queda claro que la apuesta de Apple dejó grandes rendimientos.

Desde hace poco más de un mes estoy probando uno de los nuevos MacBook Pro, que Apple lanzó en Colombia en diciembre, y que está basado en el nuevo procesador M1 Pro. Se trata de un portátil muy bien dotado, que ofrece un rendimiento sobresaliente comparado no solo con los Mac basados en procesadores Intel, sino también frente al primer MacBook Pro basado en el M1.

El nuevo MacBook Pro, que está dirigido a creadores de contenido y profesionales creativos, tiene varias novedades que lo hacen muy atractivo para cualquier persona que necesite el máximo desempeño posible para tareas como edición de video y fotografía, desarrollo de software, diseño de videojuegos, producción de música, diseño de sitios web y modelamiento en 3D, entre otros.

Por ejemplo, usa procesadores más potentes que antes, que brindan la opción de tener hasta 32 núcleos en la GPU (el componente del procesador que maneja la parte gráfica). Tiene una nueva pantalla basada en la tecnología de mini LED, que entrega colores muy vivos y negros tan profundos como los de una pantalla Oled (sin ser Oled). Ofrece batería para todo un día. Trae seis parlantes mejorados que brindan una calidad de sonido notable. Tiene 3 puertos Thunderbolt 4 (USB-C), un puerto HDMI (buena adición) y un lector de tarjetas flash SDXC. La cámara ofrece resolución full HD (el doble que antes). Y la pantalla creció (a 14,2 y 16,2 pulgadas) y ahora ofrece una frecuencia de actualización variable de hasta 120 Hz (el primer MacBook Pro con chip M1, del 2020, tiene una pantalla de 13,3 pulgadas).

El modelo que estoy probando es un MacBook Pro de 14,2 pulgadas, dotado de un procesador M1 Pro de 8 núcleos, con una GPU de 14 núcleos, 16 GB de memoria RAM unificada (más adelante explico eso) y con 512 GB de capacidad de almacenamiento en una unidad SSD. Es un equipo de alto rendimiento, pero puede elevar bastante más su desempeño si el usuario está dispuesto a pagar el precio, ya que este portátil acepta hasta 64 GB de RAM y hasta 8 TB de almacenamiento SSD. Además, este computador tiene dos opciones de procesador: el M1 Pro, que tiene una CPU de hasta 10 núcleos y una GPU de hasta 16 núcleos; y el M1 Max, que tiene la misma CPU de 10 núcleos, pero puede ofrecer hasta 32 núcleos en la GPU.

Como imaginará, este MacBook Pro no es un computador económico, ni siquiera en su configuración más básica: el modelo que estoy revisando cuesta 11,2 millones de pesos en Colombia.

El MacBook Pro es un portátil para aplicaciones profesionales. Ofrecer muy buen desempeño es su esencia. Pero en los nuevos modelos Apple ha dado un gran salto en ese frente, gracias a los procesadores M1 Pro y M1 Max, dos nuevos chips de cinco nanómetros (como el M1 original), pero con más núcleos, una GPU más potente, muchos más transistores y algunas mejoras importantes en su diseño.

Las cifras de rendimiento que da Apple hablan por sí solas: la CPU del M1 Pro y el M1 Max es 70% más veloz que la del M1. Por su parte, la GPU del M1 Pro ofrece hasta el doble de desempeño que la del M1 original, y la del M1 Pro Max cuadruplica el rendimiento de la GPU del M1.

A este gran desempeño se suma la forma como se han optimizado las dos últimas versiones del sistema Mac para explotar los procesadores de Apple (a partir del MacOS Big Sur, que llegó al mercado en noviembre del 2020, el sistema de los Mac ofrece soporte a los procesadores de Apple).

Gracias a ello, el MacBook es un equipo muy veloz para cualquier tipo de tarea, tanto las labores del día a día como las operaciones avanzadas que se realizan con programas exigentes como los de edición de video.

El MacBook Pro carga el sistema operativo muy rápidamente. Además, todas las aplicaciones se inician en uno o dos segundos. Pero lo más ‘descrestador’ es que, si uno cierra la tapa del portátil, cuando la levanta el computador se ‘despierta’ de forma instantánea, tal como sucede en un iPhone. Cuando decimos al instante es literal: uno no ha terminado de levantar la tapa y el computador ya está activo.

Lo mejor es que el consumo de energía es tan eficiente que en un mes nunca he escuchado encenderse el ventilador, como sí me sucede constantemente con mi MacBook Air (un modelo del 2015), que está basado en un procesador Intel Core i5.

Algo más: cuando uno usa el MacBook Pro sobre las piernas, a veces lo siente ligeramente tibio, pero nunca caliente. Eso también se debe a un rediseño que hizo Apple del interior del portátil para que fluyera mejor el aire.

Volviendo al rendimiento, probé el MacBook para editar videos con Final Cut Pro, una aplicación profesional de Apple que ya está optimizada para los nuevos procesadores, y el rendimiento es excelente. Un video de 2 minutos con resolución 4K, con audio y una buena cantidad de efectos y transiciones tomó 2 minutos y 30 segundos en exportarse con el códec de video H.264 de mejor calidad. La misma operación tomó 3 minutos y 50 segundos en mi iMac, un computador de escritorio del 2019 con un procesador Intel Core i5, 8 GB de RAM, unidad SSD y gráficos Radeon Pro 570X.

Quizás estoy comparando peras con manzanas, porque se trata de computadores con diferentes perfiles de usuario y configuraciones (el MacBook está mejor dotado que el iMac), pero le doy otro ejemplo con una aplicación. más sencilla y de uso cotidiano: yo uso Microsoft 365 en el MacBook Pro y también en el iMac que acabo de mencionar; iniciar Word en el MacBook Pro me toma 1 segundo; en mi iMac tarda 17 segundos.

Lo mismo sucede con las demás aplicaciones (medí los tiempos al cargarlas por primera vez en una sesión): Final Cut Pro carga en 10 segundos en el MacBook Pro y en 20 segundos en mi iMac; Safari en 1 segundo en el Pro y en 3 segundos en mi iMac; Chrome en 1 segundo en el Pro y en 9 segundos en el iMac.

La cantidad de transistores aumentó bastante en los nuevos procesadores: el M1 Pro tiene 33.700 millones, el doble que el procesador M1. Y el chip M1 Max tiene 57.000 millones de transistores. Y buena parte del salto en rendimiento de los MacBook Pro tiene que ver con la GPU, especialmente al usar programas como los edición de video, modelamiento en 3D, etc. El procesador M1 original tiene una CPU de 8 núcleos y una GPU de 8. Los nuevos M1 (y el Pro y el Max) tienen GPU de hasta 16 y 32 núcleos, respectivamente.

Apple ofrece algunas cifras de rendimiento notables para el MacBook Pro de 14,2 pulgadas basado en el M1 Pro, pero hay que aclarar que estas se refieren a la versión de ese chip que tiene 10 núcleos en la CPU y 16 núcleos en la GPU (o sea, dos núcleos más en la CPU y 2 más en la GPU que el portátil que estamos revisando): el MacBook Pro con M1 Pro es 9,2 veces más rápido en los renders 4K en Final Cut Pro que el MacBook Pro con procesador M1 original (el modelo del 2020); 7,2 veces más rápido en detección de escenas para edición en video 1.080p ProRes 422 en Adobe Premiere Pro; y 2,6 veces más rápido al seleccionar sujetos en imágenes en Adobe Photoshop frente al MacBook Pro del 2020.

El procesador M1 ofrece todavía más poder gráfico (tiene hasta 32 núcleos en la GPU) y adicionalmente incluye un motor de medios que tiene dos aceleradores ProRes. Según Apple, eso permite que el usuario edite hasta 30 streams de video ProRes 4K o hasta 7 streams de video ProRes 8K en Final Cut Pro.

Vale la pena mencionar que los M1, M1 Pro y M1 Max son procesadores tipo SoC (System on a Chip), como los de los smartphones, lo cual significa que dentro del procesador está no solo la CPU, sino también otros componentes, como la GPU, el Neural Engine que Apple usa para las tareas de inteligencia artificial (IA) e incluso la memoria RAM, que en los M1 Pro y Max es tipo DDR5 (más veloz y eficiente en consumo de energía que la memoria DDR4).

En el caso de los procesadores de Apple, una novedad es que manejan la memoria de forma diferente a otros chips. En vez de tener un repositorio de memoria para la CPU y otro para la GPU, en los M1 toda la memoria está en un mismo sitio, al que acceden la CPU, la GPU y otros componentes (a eso se refiere Apple cuando habla de memoria unificada).

Eso significa que si la GPU necesita una gran cantidad de memoria para la tareas que está realizando, simplemente la toma y se reduce la cantidad que está usando la CPU. Además, todos los componentes pueden acceder a los mismos datos, sin tener que copiarlos entre varios repositorios de memoria. Eso mejora el rendimiento y reduce el consumo de energía (el único inconveniente de ese modelo es que usted no puede aumentar la cantidad de memoria; tiene que comprar su portátil de una vez con la memoria que va a necesitar).

Adicionalmente, ahora es mucho más veloz la ‘avenida’ por la que se accede a esa memoria. El M1 Pro ofrece hasta 200 GB por segundo de ancho de banda de memoria; y el M1 Max, hasta 400 GB por segundo, que es dos veces más que el M1 Pro y casi 6 veces más que el M1.

Al saltar a una familia de procesadores nuevos, que están emparentados con los chips de Apple para el iPhone y el iPad, los computadores Mac tuvieron que realizar algunos ajustes en su software, lo cual permitió, entre otras ventajas, brindar un rendimiento muy alto para las aplicaciones nativas y además ejecutar apps creadas para el iPhone y el tablet de Apple.

Apple dio el primer paso con MacOS Big Sur (MacOS 11), que salió en noviembre del 2020: esa fue la primera versión del sistema Mac diseñada para los procesadores de Apple. Pero lo interesante es que ese sistema (y su sucesor, Mac OS Monterey, lanzado en octubre del 2021) también funciona en los Mac anteriores basados en procesadores Intel. Además, en los Mac con procesadores M1, M1 Pro y M1 Max permite usar aplicaciones creadas para procesadores Intel.

Para lograr esa compatibilidad, muy necesaria porque Apple seguirá soportando sus Mac basados en Intel durante varios años más, la compañía californiana hizo lo siguiente: primero, permite que los desarrolladores de software actualicen sus aplicaciones usando algo llamado Universal 2 para que estas funcionen de forma nativa en los M1 (esas son las aplicaciones que Apple llama universales); segundo, ofrece una capa de emulación llamada Rosetta 2, que le permite al MacOS manejar las aplicaciones tradicionales creadas para los procesadores Intel.

Esto significa que en los nuevos Mac las apps creadas para chips Intel siguen funcionando sin problema, pero ahora trabajan en una especie de modo de emulación. Pero, obviamente, el rendimiento es superior en las aplicaciones que se han rediseñado para que funcionen de forma nativa en los procesadores de Apple (las universales).

Según esa compañía, ya hay cerca de 10 mil aplicaciones nativas, entre ellas algunas inmensamente populares, como las del paquete de programas Office de Microsoft, las aplicaciones de Adobe y otros programas profesionales como Cinema 4D, DaVinci Resolve y Sketch. Además, todas las aplicaciones de Apple incluidas con su sistema operativo ya se rediseñaron, y funcionan de forma nativa en los chips M1, M1 Pro y M1 Max.

La magia de Apple ha estado en lograr que incluso las aplicaciones que no son nativas –las que ‘hablan’ con el sistema operativo a través de Rosetta 2– trabajen a buena velocidad, e incluso más rápido.

Uno puede saber qué aplicaciones son nativas o emuladas en los nuevos Mac así: se da clic en el ícono de la manzana (extremo inferior izquierdo) y se selecciona ‘Acerca de este Mac’. Luego se da clic en el botón ‘Reporte del sistema’, se va a la izquierda a la sección ‘Software’ y allí se da clic en ‘Aplicaciones’. Eso muestra una lista de todas las aplicaciones (se puede arrastrar la barra horizontal para ver más), y en la columna Clase se indica si la aplicación es ‘Universal’ (las que trabajan de forma nativa), si funciona con emulación (esas dicen ‘Intel’) o sin son apps de iOS.

Casi todas las aplicaciones que tengo instaladas en el MacBook Pro aparecen como universales, incluyendo software de terceros, como todos los programas de Microsoft Office, mi antivirus (Kaspersky Internet Security) y los programas de Adobe Creative Cloud (InDesign, Photoshop, Premiere Pro, Illustrator, etc). Las pocas excepciones son aplicaciones como WhatsApp, OneDrive, Shazam, la app de Kindle y el programa de videoconferencia Zoom, que están marcadas como ‘Intel’.

Otra de las ventajas del salto a los procesadores de Apple es poder utilizar aplicaciones creadas para iOS en el Mac. Muchas de las apps que uso en el iPhone y el iPad ya tienen versiones para los computadores Macintosh, pero igual uno puede instalar apps creadas solo para el teléfono y el tablet de Apple.

Sin embargo, me parece que no todas las apps están en la tienda App Store por ahora; por ejemplo, no encontré por ningún lado la app de Netflix (ese servicio no ha creado una app para MacOS; la que no hallé es la app para iOS). Algunos desarrolladores pueden optar por excluir sus apps, de manera que no se puedan bajar a los Mac, y esa podría ser la razón en el caso de Netflix.

Una parte en la que he notado diferencia entre las aplicaciones que uso es en el consumo de energía. Los programas de Apple consumen menos energía que los de terceros, algo que seguramente irá cambiando en la medida en que los demás desarrolladores optimicen sus aplicaciones para los procesadores de Apple.

Pero antes de hablar de eso, le cuento en general qué cambió en el consumo de energía con la llegada de los nuevos procesadores.

Optimizar al máximo el consumo de energía era otro de los principales objetivos de Apple al migrar a procesadores propios, y algunos gráficos presentados por la empresa cuando lanzó los M1 Pro y M1 Max muestran el buen resultado que se logró.

En esencia, estos procesadores ofrecen un rendimiento similar al de los procesadores Intel más veloces, pero con un consumo de energía muy inferior. Además, en los MacBook Pro el rendimiento es similar cuando se está trabajando con el portátil conectado a la energía, que cuando funciona solo con batería (según Apple, los equipos Intel con los que hizo la comparación tienen un descenso grande en el desempeño al funcionar solo con batería).

En mi caso, el portátil siempre me ofreció entre 8 y 9 horas de servicio continuo con un uso más o menos intenso; es decir, aguanta toda una jornada de trabajo. Apple menciona cifras mayores de batería (por ejemplo, 17 horas de reproducción de video), pero esos datos no debería tenerlos en cuenta porque se refieren a condiciones muy específicas que posiblemente no son las de la mayoría de los usuarios.

Por ejemplo, esas 17 horas, explica Apple, se refieren a video reproducido en la app AppleTV+ (que consume muy poca energía) con el nivel de brillo de la pantalla a la mitad. Yo prefiero usar el MacBook Pro con más brillo en la pantalla y suelo usar más Netflix y Amazon Prime, y no en apps, sino en el navegador Chrome (no en Safari, el navegador de Apple); en esas condiciones el MacBook Pro solo me dio cerca de 5 horas de reproducción continua de películas y series.

Y es que las diferencias en el consumo pueden ser grandes. Hice la prueba de comparar el navegador Safari, de Apple, con el navegador Chrome, de Google, mientras reproduje 1 hora de video en Netflix, con un nivel de brillo de 10 en la pantalla (la mitad es 8). En Safari esa hora consumió 17% de la batería; en Chrome, 29%. Evidentemente, Chrome no está tan bien optimizado como Safari en el consumo de energía con el M1 Pro.

Ese consumo se reduce de forma notable al usar la app de streaming de series y películas de Apple: en el MacBook Pro 1 hora reproducción en AppleTV+ consumió 8% con un nivel de brillo de 10. Es mayor al reproducir video en la app de Amazon: 11 por ciento cada hora.

Mi conclusión es que el tiempo de servicio que da la batería del nuevo MacBook Pro no solo depende de las aplicaciones que uno utiliza (como es lógico), sino también de si se trata de apps de terceros o las de Apple, ya que estas últimas parecen estar mucho mejor optimizadas desde el punto de vista energético, al menos por ahora.

En cuanto a los tiempos de carga: en mi caso, generalmente subió de 0% a 50% en 35 minutos, y de 0% a 80% en 1 hora. La carga completa toma cerca de 1 hora y 40 minutos. El MacBook Pro viene con un cargador de 67W, que se conecta a un puerto MagSafe, el cual volvió en los nuevos MacBook Pro.

Otra gran cualidad del MacBook Pro está en su pantalla, que tuvo varias mejoras importantes. La primera es su tamaño. El primer MacBook Pro basado en el M1 llegó al mercado en el 2020 con una pantalla de 13,3 pulgadas. El nuevo MacBook Pro aumentó ese tamaño a 14,2 pulgadas (también hay un modelo de 16 pulgadas).

Lo mejor es que, al reducir bastante los bordes, Apple pudo ofrecer más espacio en la pantalla sin tener que aumentar mucho el tamaño del portátil en comparación con el modelo de 13,3 pulgadas: el MacBook Pro de 14,2 pulgadas es solo 8 milímetros más ancho y 9 mm más alto, y pesa 3,5 libras (frente a 3 libras del modelo del 2020).

Sin embargo, eso generó un detalle curioso: para reducir el borde superior al máximo, Apple dejó una muesca en la pantalla, tal como la de los iPhone, en donde está alojada la cámara del portátil. El espacio que está al lado derecho e izquierdo de la muesca no se pierde, ya que allí se alojan los menús del Finder, los de las aplicaciones que uno usa y los íconos del sistema. La curiosidad está en que en las aplicaciones que tienen menús extensos, estos quedan cortados: la mayor parte a la izquierda de la muesca, y unos cuantos a la derecha (habitualmente ‘Ventana’ y ‘Ayuda’). Uno se acostumbra y no me parece nada grave a cambio de tener una pantalla con más espacio.

Otra innovación en la pantalla está en su calidad de imagen. La pantalla del nuevo MacBook es una Liquid Retina XDR, que está basada en la misma tecnología de mini LED que debutó este año en el iPad Pro. En esencia, lo que permiten los mini LED es ofrecer una calidad de imagen similar a la una pantalla Oled, pero en una pantalla LED.

Gracias a eso, la pantalla del nuevo MacBook Pro ofrece colores muy vivos, negros que se ven completamente negros (y no grisáceos como en las pantallas LCD) y una gran tasa de contraste (es de 1.000.000:1). El brillo también aumentó. Pasó de 500 nits en el modelo anterior a 1.000 en el nuevo, y este puede aumentar hasta 1.600 nits cuando se reproduce contenido con calidad HDR.

También se mejoró la frecuencia de actualización de la pantalla, que ahora es de 120 Hz, algo que se disfruta al usar videojuegos, porque la imagen es más fluida, pero también al desplazarse por el navegador, por un documento de Word o al saltar de un aplicación a otra, por ejemplo, ya que las imágenes y textos se mantienen más nítidos durante el movimiento que en una pantalla con una tasa de contraste como 60 Hz, que es la habitual.

Además, la tasa de refresco de los MacBook Pro es variable, lo cual reduce el consumo de energía cuando no se necesita (esa tecnología, llamada ProMotion, es la misma que incluyen los iPhone 13, los teléfonos más recientes de Apple). Por ejemplo, si uno está viendo un texto estático, la frecuencia de actualización puede bajar hasta 20 Hz, y subirá a 120 Hz solo cuando así se requiera.

La pantalla del MacBook Pro entrega una resolución nativa de 3.024 por 1.964 píxeles, y su densidad es de 254 píxeles por pulgada. Esa pantalla ofrece un total de 5,9 millones de píxeles en el modelo de 14,2 pulgadas; eso son incluso más píxeles que en el MacBook Pro de 16 pulgadas anterior (un modelo del 2019, basado en el procesador Intel Core i9).

Otras novedades y cualidades del MacBook Pro de 14,2 pulgadas son las siguientes:

– Su cámara ahora ofrece resolución 1.080p (full HD), el doble que en la generación anterior. En una era en la que las cámaras de los portátiles se volvieron tan importantes debido a las videoconferencias, esta es una mejora muy atractiva. Además, esa cámara ahora tiene una apertura de f/2.0, lo mismo que un sensor más grande, lo cual le permite captar más luz.

– Audio sobresaliente. Los MacBook Pro tienen fama de estar entre los portátiles con la mejor calidad de sonido, y eso se mejoró aún más. El audio de este portátil es de gran nivel, y brinda una experiencia muy buena al escuchar música, reproducir videos y películas, etc., gracias a su sistema de seis parlantes. Pero Apple mejoró ese sistema. Por ejemplo, los parlantes son más grandes, y ahora pueden ofrecer 80% más bajos. Además, este portátil soporta audio espacial cuando reproduce música o video con tecnología Dolby Atmos, lo cual ofrece una experiencia de sonido envolvente muy buena.

– Más y mejores puertos. El MacBook Pro ahora incluye un puerto HDMI (¡no tenía!), un gran plus para los usuarios que quieren conectar el portátil a televisores o a un monitor que no sea marca Apple, sin tener que usar adaptadores especiales. Por ejemplo, yo lo uso parte del tiempo conectado a un monitor de 32 pulgadas, que no es 4K y que está muy lejos de ofrecer la calidad de un monitor Apple, pero que me costó 500 dólares; en el mundo Apple, el precio de un monitor de última generación (6K) de ese tamaño arranca en 5.000 dólares.

El MacBook Pro también incluye ahora una ranura para tarjetas flash SDXC, algo útil para personas que necesitan pasar fotos y videos desde sus cámaras profesionales. Además, trae 3 puertos Thunderbolt 4 (USB-C). En ese modelo, Apple no se enfocó –por fortuna– en reducir el peso o el grosor del portátil, algo que es un plus porque le permitió incluir más puertos, mejor ventilación, mejores parlantes y otras características que son apreciadas por los usuarios avanzados a los que está dirigido este portátil.

Comunicaciones inalámbricas de última generación: el MacBook Pro soporta la Wi-Fi 6 y Bluetooth 5, las versiones más recientes de esas tecnologías.

El teclado: los teclados de los portátiles de Apple suelen ser de gran nivel, cómodos y con teclas que responden de forma precisa. Este no es la excepción, y tiene una novedad grande frente a los MacBook Pro anteriores: se eliminó la Touch Bar, que era una pequeña pantalla LCD que remplazaba las teclas de función, y que permitía personalizar muchas funciones. Esa característica al parecer no tuvo tanta acogida, y por eso volvieron las teclas de función (F1, F2, etc.) normales, pero con un plus: no son pequeñas, sino que son teclas de tamaño completo.

El teclado incluye un lector de huella digital en el extremo superior derecho, que es veloz y preciso. Y una característica que me ha encantado es el trackpad: es enorme, así que es muy fácil emplear gestos con los dedos para realizar ciertas labores.

Fotos: Apple

Fuente: Enter