Las peripecias de los colombianos para enfrentar la inflación

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El sol no dio tregua durante toda la mañana, mientras las nubes que se avizoran por primera vez en el día, grises, llenas de hidrógeno y oxígeno, prestas a fundirse en un aguacero, parecen acercarse.

Entre el tumulto disparejo de la plaza de mercado en Fontibón, el suelo poco a poco se seca con el viento y el sol, que ya va cambiando de lado. De nuevo, desde que está ahí doña Ligia, muy temprano en la mañana, le pregunta al vendedor de papa:

“¿A cuánto la papa?”, dice con voz desconocida. “A $2 mil la libra y a $45 mil la arroba. ¿Cuántas le doy?”, responde la voz familiar del vendedor.

“Uy, está muy cara. ¿Y la yuca a cómo la tiene?”, reacciona la compradora, como dudando del valor que le dicen al otro lado del mostrador.

En ese instante doña Ligia hace una mueca de desespero ante el precio que le dice el vendedor y toma entre sus manos el tubérculo. Ni la redondez, ni la cáscara limpia y el color gris tornasol de la papa, han servido para convencer a la compradora de que ese producto está ideal para preparar el almuerzo del otro día. A ella lo único que la tiene obsesionada es el valor que debe pagar y que está subiendo todos los días: “Ya no se consigue papa a $800, como estaba antes de la pandemia”, dice con voz entrecortada.

Doña Ligia, quien termina llevando dos libras de yuca y una de papa criolla, camina por los alrededores de la plaza de mercado de Fontibón, al occidente de Bogotá. Sigue buscando, entre los puestos de decenas de vendedores, quién le dé el mejor precio para las papas que necesita para un ajiaco, que va a preparar para su familia.

Por las nubes

“La papa, el pollo, la carne, el arroz, el aceite, todo está muy caro, yo antes iba y hacía el mercado con $200 mil, ahora para comprar lo mismo me sale por $400 mil, así no puede comprar uno igual”, dice mientras sigue caminando por la calle abarrotada de carritos de ventas con verduras.

Ella, quien se pensionó hace un par de años, pero también trabaja en una fábrica de calzado desde hace casi una década, dice que “a mi jefe le gusta mi trabajo, además siempre están necesitando gente”, cuenta. Aunque también confiesa que el solo dinero de la pensión no le alcanza, en su casa viven varias personas y un mínimo no le da.

La verdad yo antes hacía mercado y me quedaba platita para más cosas, ahora no rinde nada, además los servicios se subieron y todo es pague y pague”, comentó.

El recorrido la acerca a las carnicerías, mientras doña Ligia aprovecha para preguntar por el precio del pollo, y va contando: “Es que ya no se puede comer carne, antes la libra estaba en $7 mil y $8 mil, la fina costaba por ahí $9 mil, $10 mil máximo. Ahora una libra de carne no baja de $12 mil, así no se puede, la fina está en $16 mil, hasta $17 mil.


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Más negocio

Un vendedor de la plaza grita: “A $3.800 la pierna pernil, ¿cuántas le doy?”, y lo hace con desespero el carnicero desde el otro lado del mostrador, mostrando una bolsa llena de pollo.

La señora, atraída por la oferta responde: “Deme cuatro piernas perniles, ¿cuánto sería?”, y hace una cara de desaprobación, mientras el vendedor pesa los trozos de ave congelada y anota números en la balanza. “$12.200”, responde el hombre con guantes de plástico y un overol blanco manchado de rojo carmesí por doquier.

Mientras doña Ligia saca la plata va diciendo: “Antes compraba en MacPollo, pero se volvió muy caro, luego fui a Campollo, pero ahora compro así, lo que se va necesitando. Como todo está tan caro, a veces adquiero pescado, que no ha subido tanto”, resalta mientras termina su transacción.

Ya casi llena su carrito de mercado rojo que luce la marca de una tienda del D1 y en la que  lleva las guascas, yuca, arracacha, papa criolla y acaba de agregar el pollo. Dice que aún le falta la papa, en ese momento le entra una llamada a su celular, se pone sus gafas que lleva colgadas del cuello, mira quién es y levanta el botón verde: “Aló, qué más, mija”, dice mientras se gira y se aleja unos pasos.

Lucero, una de las tantas vendedoras que llegan desde el alba a la plaza, y que al paso de cada transeúnte pregunta: “¿Qué se le ofrece?, ¿qué buscas?”, cuenta que las ventas se han puesto difíciles, que todo está caro y ya no puede comprar lo mismo. Primero, no le alcanza, y segundo, no lo vendería todo.

“Yo el bulto de papa lo estaba comprando a $40 mil, ya está en $120 mil, así no se puede”, esboza mientras va pelando una mandarina.

La señora Ligia regresa de su llamada, alega que ya se le hizo tarde, camina de vuelta al primer puesto de verduras y hortalizas, hasta que por fin se decide por la papa:

“¡Deme tres libras de papa, por favor!”, le dice al vendedor de verduras, quien casi molesto la atiende nuevamente. “Escoja la que quiera”, le dice, y señala el mostrador invitando a doña Ligia a escoger el producto.

Otra vez la mano de la compradora empieza a revolver entre los tubérculos, y vuelve a encontrase con la redondez y la cáscara nítida y color gris tornasol de la papa, que lleva allí todo el día al sol y al agua, esperando convertirse en lo que ahora será un plato típico de la capital colombiana.

Datos del DANE

Según el último reporte de inflación, el Departamento Nacional de Estadística (DANE) en su medición anual dice que llegó a 6,94% en el primer mes de este año, una cifra bastante elevada.

Al analizar el dato mensual, la cifra fue de 1,67%, cuando en enero del año pasado el IPC había sido de 0,41%.

Para la cifra del año total, con corte a enero, el indicador registra más de 5 puntos porcentuales que los alcanzados el año pasado.

Asimismo, el informe reveló que los mayores incrementos de precio se registraron en las prendas de vestir para hombre (6,65%), prendas de vestir para mujer (6,11%) y prendas de vestir para bebés (2,35%). Los menores incrementos de precio se reportaron en uniformes, lavado y planchado de ropa y otros artículos y accesorios de vestir para hombre y mujer.

Los alimentos y las bebidas no alcohólicas registraron una variación mensual del 3,79%, siendo esta la segunda mayor variación mensual. En enero de 2022, los mayores incrementos de precios se registraron en papas (25,44%), cebolla (15,58%) y plátanos (15,53%). Las mayores disminuciones de precio se reportaron en las frutas congeladas o en pulpa y gelatinas, flanes y pudines en polvo para preparar.

Fuente: El Nuevo Siglo