Mejor crecimiento de la región lo tendrá Colombia: FMI

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer un informe en el que revela una nueva cifra estimada de crecimiento para Colombia a 4,5%. Allí detalla que no solo el país, sino toda Latinoamérica, siguen creciendo a un ritmo vertiginoso, pero sin el mismo ímpetu. De acuerdo con el organismo multilateral, se hacen evidentes reformas para mantener estable la economía de la región.

En la publicación del FMI, firmada por Ilan Goldfajn, Anna Ivanova y Jorge Roldós, se explica que las economías de América Latina y el Caribe están perdiendo impulso después de haber repuntado con fuerza el año pasado.

Crecimiento

Según el informe, tras un drástico colapso económico en 2020, se estima que el crecimiento de la región se reactivó hasta alcanzar un 6,8%, gracias al sólido progreso de los socios comerciales, el alza de los precios de las materias primas y las favorables condiciones de financiamiento externo. A nivel interno, el avance de la inmunización, la continuación del respaldo fiscal en algunos países, como Chile y Colombia, y la acumulación de ahorros en 2020 también apuntalaron el crecimiento.

Para 2022, los analistas prevén que el crecimiento disminuirá a 2,4%, una rebaja respecto del pronóstico de 3% de octubre de 2021.

La desaceleración es inevitable a medida que las economías retoman los niveles del PIB previos a la pandemia. Pero la rebaja del pronóstico refleja otras dificultades, como el enfriamiento de las economías china y estadounidense, las continuas interrupciones del suministro de insumos y trabajo, el endurecimiento de las condiciones monetarias y de financiamiento, y la aparición de la variante ómicron.

Otras previsiones

Además del FMI, otros organismos internacionales han revelado el dato proyectado de crecimiento para la economía nacional este año.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que tras superar su nivel anterior a la crisis en el tercer trimestre de 2021, se prevé que el PIB crezca un 5,5% en 2022 y un 3,1% en 2023.

Para el organismo de los “países ricos”, el consumo privado es el principal motor de la recuperación, a medida que va mejorando el empleo, aunque más lentamente que la actividad económica. Se ha avanzado considerablemente en la distribución de vacunas, pero la cobertura es inferior a la de otros países de la región. La fortaleza de los precios de las materias primas y la mejora de las perspectivas de los principales socios comerciales seguirán apuntalando la demanda externa para las exportaciones colombianas.

Entretanto, la Cepal es un poco más tímida en su proyección y vaticina que el crecimiento para este 2022 será de 3,7%. Una proyección que ha venido a la baja y que descendió 1 punto porcentual en su última estimación, en enero de este año.

“Los costos sociales de la pandemia van a ser costos estructurales que se van a quedar con nosotros un largo tiempo, difíciles de superar y, sobre todo, porque seguimos enfrentando un contexto incierto con las fuertes asimetrías”, expresó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo.

Por su parte, el Banco Mundial también prevé un desarrollo económico menor al que da el FMI. En su última revisión, el organismo multilateral desmejoró el pronóstico para 2022 a 4,1% desde 4,2% y espera que la economía colombiana crezca 3,5% en 2023.

Localmente, en su informe de política monetaria, el Banco de la República en su proyección de crecimiento para 2022 se revisó a la baja, del 4,7 % al 4,3 %.

Esto considerando que un componente mayor del buen comportamiento del consumo privado sería transitorio y que la inversión sería menos dinámica por cuenta de unas condiciones financieras menos holgadas y un entorno de alta incertidumbre. 

El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, dijo que para el 2022 esperan un alza del 4,3 %, pero aspiran a seguir creciendo por encima del 5 %.

Escalada de precios

De otro lado, el FMI señala que el año pasado se caracterizó por una creciente inflación. En algunas de las economías más grandes de la región (Brasil, Chile, Colombia, México y Perú), los precios subieron 8,3% en 2021, el salto más grande de los 15 últimos años, por encima de lo registrado en otros mercados emergentes.

Ese rápido aumento refleja en parte la escalada de los precios de los alimentos y la energía. La inflación subyacente, que excluye dichos precios, avanzó menos (6,3%), pero aun así se ubica por encima de las tendencias previas a la pandemia y de lo observado en otros mercados emergentes (5,3% en promedio).

El avance de la inflación subyacente fue rápido en Brasil (7,2%), Chile (6,4%) y México (5,9%), y eso hace pensar que la inflación pueda ser más generalizada, aunque se observa una amplia variación entre los distintos países.

Son numerosos los factores que han contribuido a esta situación: el creciente nivel de los precios de las materias primas y las importaciones (atribuible en parte a las perturbaciones del suministro mundial), las depreciaciones de los tipos de cambio, la activación de la demanda reprimida entre los consumidores y la reorientación del gasto en servicios hacia los bienes. En algunos países, las presiones salariales y las prácticas de indexación (contratos cuyas condiciones se modifican automáticamente con la inflación) están dando más impulso a los precios.


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Respuesta decisiva

Dada la historia de fuerte inflación de la región, los grandes bancos centrales reaccionaron de manera rápida y decisiva ante la drástica alza de precios al consumidor.

El ritmo de endurecimiento de la política monetaria varía según la posición de cada país en el ciclo económico, y el grado y el alcance de las presiones de precios y la credibilidad del banco central. En Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, las tasas de política monetaria subieron entre 1,25 puntos porcentuales y 7,25 puntos porcentuales en el curso de 2021. A menudo, los bancos centrales también dieron a entender que contemplaban nuevos aumentos en los meses siguientes.

El incremento de las tasas de política monetaria ha contribuido a mantener ancladas las expectativas inflacionarias, tal como se señaló en la edición de octubre de “Perspectivas económicas: Las Américas”, a la vez que apuntalaron la credibilidad que los bancos centrales cultivaron con tanto esfuerzo.

Las expectativas de inflación a largo plazo se mantienen relativamente bien ancladas y eso refleja la confianza en la capacidad de la política monetaria para devolver la inflación a las metas. Sin embargo, las expectativas inflacionarias a corto plazo son elevadas, lo cual hace pensar que es necesario mantenerse alerta y que los bancos centrales de algunos países tendrán que volver a actuar.

Si la creciente inflación amenaza con desanclar las expectativas inflacionarias, los bancos centrales deberán subir más las tasas de política monetaria para demostrar que siguen comprometidos a respetar las metas de inflación y evitar persistentes alzas de precios. Esto tendría que ir acompañado de una comunicación clara y transparente.

Persistente incertidumbre

La incertidumbre en torno a la evolución de la pandemia a nivel más general continúa ensombreciendo la recuperación en el mundo y en América Latina y el Caribe.

Las presiones inflacionarias en Estados Unidos y a lo largo y ancho de la región, que podrían requerir un repliegue aún más rápido de la política monetaria acomodaticia, el posible cambio de actitud de los inversionistas frente al riesgo y el correspondiente endurecimiento de las condiciones financieras internas y externas también representan grandes riesgos para la recuperación.

Las autoridades podrían prepararse para el endurecimiento de la política monetaria estadounidense prolongando los vencimientos de la deuda pública, reduciendo las necesidades de renovación de créditos en el ámbito fiscal a nivel más general y limitando la acumulación de descalces de monedas en los balances del sector financiero en la medida de lo posible.

Grandes retos por delante

La pandemia golpeó después de un año de disturbios sociales generalizados en la región, que habían ido acumulándose durante los años de estancamiento económico que siguieron al boom de las materias primas. Dado el apretado calendario electoral que se avecina, los disturbios sociales siguen representando un grave riesgo y es necesario abordar el tema de la desigualdad.

Los países de la región deben enfrentar simultáneamente tres grandes retos: asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, incrementar el crecimiento potencial y hacerlo de una manera que promueva la cohesión social y corrija las inequidades sociales.

Abordar estos desafíos, que comenzaron incluso antes de la pandemia, llevará tiempo. Las autoridades deberían comenzar ya a elaborar una estrategia exhaustiva para abordarlos y cultivar un consenso social en torno a esa estrategia, señalan los expertos.

Los países de América Latina y el Caribe tienen una oportunidad única para reavivar los motores del crecimiento y trabajar hacia una región más próspera, sostenible e inclusiva.

Fuente: El Nuevo Siglo