Cambio climático ‘corroe’ la fortaleza romana de Adriano

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Exactamente 1.900 años después del inicio de su construcción para impedir la invasión de las hordas bárbaras, el Muro de Adriano, en el norte de Inglaterra, se enfrenta a un nuevo enemigo: el cambio climático, que amenaza sus tesoros arqueológicos romanos.

Miles de soldados y sus familias vivieron a lo largo de esta muralla de piedra de 118 kilómetros, que atraviesa Inglaterra de oeste a este, marcaba el límite del Imperio Romano y constituye hoy día el mayor complejo arqueológico romano de Gran Bretaña.

Dejaron atrás no solo construcciones de madera, sino también objetos que permiten a los científicos reconstruir la vida cotidiana romana en esta región azotada por los vientos.

Entre estos restos se encuentra el fuerte de Vindolanda, situado a unos 53 kilómetros al oeste del asentamiento romano de Pons Aelius, actual Newcastle.

Muchos de los paisajes del Muro de Adriano se conservan bajo ciénagas y pantanos, un terreno muy húmedo que ha protegido la arqueología durante casi dos milenios”, explica Andrew Birley, director de la excavación y director ejecutivo del Vindolanda Trust.

“Pero debido al calentamiento global, se produce un cambio climático”, advierte.

El suelo se calienta más rápido que el aire, endurece una tierra que antes estaba húmeda y deja entrar el oxígeno por las grietas.

“Cuando penetra el oxígeno, las cosas realmente delicadas, que están hechas de cuero, textiles, objetos de madera, se rompen, se descomponen y se pierden para siempre”, explica.

Tesoros amenazados

A lo largo de los años, se han hallado en el perímetro de la muralla estructuras de piedra y madera, zapatos y ropa de cuero, herramientas, armas e incluso tablillas de madera escritas a mano, que permiten conocer la vida en la época romana. 

Sólo se ha excavado una cuarta parte del yacimiento de Vindolanda, y el fuerte es sólo uno de los 14 que hay a lo largo del muro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.  

afp

“Todas estas construcciones, todo este terreno detrás de mí estaba enterrado. Hace cincuenta años todo estaba bajo el campo de un agricultor”, explica Birley. “Menos del uno por ciento del Muro de Adriano ha sido explorado por los arqueólogos”, asegura.

Detrás suyo se exponen decenas de zapatos romanos que pertenecieron a personas de todas las edades, géneros y estratos sociales, y que constituyen sólo una pequeña muestra de los aproximadamente 5.500 objetos de cuero encontrados en el yacimiento.

Gracias al suelo de turba, muchos de los objetos se han conservado hasta el más mínimo detalle. “Han cambiado por completo nuestra percepción del Imperio Romano, del ejército romano”, asegura el experto, explicando que este, lejos de ser “un lugar reservado a los hombres”, tenía de hecho “un gran número de mujeres y niños que corrían por todas partes”.

“Sin estos artefactos, no tendríamos esta información y este es el tipo de cosas que están amenazadas por el cambio climático”, insiste.

Todo este año se organizan actos para conmemorar los 1.900 años del inicio de la construcción del muro, en el año 122, por orden del emperador romano Adriano para defender la frontera exterior del imperio de invasiones bárbaras.


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Birley considera que el aniversario es una oportunidad para reflexionar sobre cómo garantizar que la muralla y sus tesoros sigan estando ahí dentro de 1.900 años. 

“El ejército romano se embarcó en una de las construcciones más masivas de todo el imperio” para diseñar esta “barrera en el corazón del país”, subraya.  Ahora los arqueólogos se enfrentan al reto del cambio climático.

“¿Podemos saber qué pasa con estos lugares? ¿Podemos intervenir para protegerlos? ¿Y podemos salvar las cosas antes de que desaparezcan para siempre?”, pregunta.

Una obra defensiva

“Fui el primero que trazó un muro, de ochenta mil pasos, para separar a los bárbaros de los romanos”, afirmó Adriano en la Historia augusta al explicar las razones por las que ordenó construir el muro de más de 100 kilómetros que lleva su nombre.

Esa colosal infraestructura fue erigida, según se argumentó, para proteger el territorio conquistado por Roma de los ataques de las tribus escocesas.

Así, elmuro de Adriano, (conocido en la antigüedad como Vallum Hadriani o Vallum Aelian) es una obra fronteriza defensiva al norte de Britania que data desde 122 EC. El muro corría de costa a costa con una longitud de 73 millas terrestres (120 km). Aunque comúnmente se piensa que fue construido para marcar la línea fronteriza entre Britania y Escocia, no es así; nadie sabe la real motivación detrás de su construcción, pero no traza un perímetro entre los dos países.

Si bien el muro simplemente marcaba la frontera norte del Imperio romano en la Britania de ese tiempo, hay teorías referentes al propósito del gran proyecto de construcción, desde limitar la inmigración, controlar el contrabando, hasta mantener a la población indígena al norte del muro. El muro se mantuvo en uso hasta que fue abandonado al inicio del siglo 5 EC.

La efectividad militar de la obra ha sido reiteradamente cuestionada por eruditos a causa de su longitud y la localización de las fortificaciones a lo largo de la ruta. El argumento dice que, de realmente haberse levantado como una barrera defensiva, habría sido construido de forma diferente y en otra ubicación.

Al respecto, dos de ellos, los profesores Scarre y Fagan escribieron en Ancient Civilizations:  “arqueólogos e historiadores han debatido largamente sobre si el Muro de Adriano fue una barrera militar eficaz… Cualquiera sea su efectividad militar, sin embargo, es claro que fue un poderoso símbolo de la potencia militar romana. El biógrafo de Adriano remarca que el emperador construyó el muro para separar a los romanos de los bárbaros. De la misma manera, los emperadores chinos construyeron La Gran Muralla para separar China de los bárbaros de las estepas al norte. En ambos casos, adicionalmente a cualquier función militar, estas barreras físicas sirvieron, a los ojos de sus constructores, para reforzar la división conceptual de lo civilizado y lo no civilizado. Fueron parte de la ideología del imperio”. 

Los historiadores sostienen que la política exterior de Adriano fue consistentemente “paz a través de la fuerza” y el muro habría sido una impresionante ilustración de ese principio. De la misma forma que Julio César construyó su famoso puente a través del Rin en 55 AEC simplemente para mostrar que él, y por ende Roma, podía ir a cualquier lugar y hacer cualquier cosa. Adriano quizá construyó su muro por precisamente el mismo propósito./

Fuente: El Nuevo Siglo