Ivan Sabolić ha sido testigo de cómo poco a poco su pueblo se queda sin gente.
Legrad, ubicada a mediados del siglo XVI en el corazón de una Unión conformada por los reinos de Croacia y Hungría, se convirtió en una exitosa ciudad comercial por decreto en la década de 1480, debido a su ventajosa ubicación geográfica.
Pero hoy de esa época de bonanza queda muy poco.
De los cerca de 3.000 habitantes que fueron registrados en el censo de 2001, hoy quedan apenas unos 900 y la población sigue decreciendo, según Sabolić, su alcalde.
“Muchos jóvenes se han ido y continúan yéndose a trabajar a Alemania, Austria y Eslovenia”, asegura en entrevista con BBC Mundo.
“No hay muchas oportunidades, los salarios son bajos y si esto no cambia la gente seguirá yéndose”, agrega.
Legrad no es un caso aislado. En realidad todas las ciudades y los pueblos del país, a excepción de la capital Zagreb, atraviesan por lo que los expertos llaman una “catástrofe demográfica”.
Croacia contaba con 4,3 millones de habitantes en 2011; hoy tiene cerca de 3,8 millones y la cifra va en caída libre.
Se estima para el año 2050 la población de este pequeño país europeo será de 3,4 millones y para 2100 podría caer un millón más, advierte la ONU.
Croacia se enfrenta a uno de los descensos demográficos más rápidos del mundo desde que su población alcanzara su punto máximo, llegando a 4,78 millones, en 1991, año en el que se independizó tras el desmoronamiento de la antigua Yugoslavia.
“En los últimos 20 años la población ha disminuido en más de medio millón de personas. Se estima que hoy hay más croatas que viven en la diáspora que en su tierra natal”, le dice a BBC Mundo Monika Komušanac, profesora del Departamento de Demografía y Diáspora Croata de la Universidad de Zagreb.
“Estamos muy preocupados por el futuro demográfico de Croacia, la tendencia actual podría afectar el funcionamiento futuro de los sistemas públicos nacionales, la salud, las pensiones, etc.”, apunta.
Las causas de la “catástrofe demográfica” que se avecina en este país de la península balcánica son variadas.
El número de nacimientos ha venido en picada desde la década de 1980. Esto, combinado con una alta tasa de mortalidad, ha hecho que desde 1991 el saldo demográfico natural sea negativo: son más los croatas que mueren que los que nacen.
En el año 2020, Croacia registró la peor tasa de crecimiento natural de su historia, con alrededor de 20.000 muertes más que nacimientos.
A esto se le suma la tradición migratoria de Croacia, cuyos habitantes han buscado mejores oportunidades en el extranjero desde finales del siglo XV.
La tasa de emigración tuvo varios picos a finales del siglo XIX y principios del XX, y luego tras la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Tras la independencia de Croacia, las agresiones de grupos nacionalistas que apoyaban la Gran Serbia a principios de la década de 1990 provocaron un gran número de personas desplazadas y refugiadas dentro y fuera de Croacia.
Y, más recientemente, la emigración tomó un renovado impulso con la incorporación de Croacia a la Unión Europea (UE) en 2013.
Desde entonces, más de 263.000 croatas han abandonado el país, cerca de 33.000 al año.
La demógrafa Monika Komušanac destaca que el número real de croatas que han emigrado desde la ascensión a la UE podría ser “al menos el doble” porque no todos los que salen de Croacia son registrados en las estadísticas nacionales.
Pero en realidad esto es difícil de saber con exactitud.
Debido a la complicada historia de la península balcánica, millones de sus ciudadanos pueden obtener pasaportes de otros países vecinos, que son especialmente atractivos si estos países son parte de la UE, como Croacia o Rumania, pues esto les da derecho a trabajar en cualquier país de la Unión.
Expertos estiman que muchos de los titulares de pasaportes croatas trabajando en otras naciones de la UE son probablemente de Bosnia.
Pero para Komušanac es aun más preocupante que casi el 60% de los emigrantes sean jóvenes de entre 20 y 44 años.
“Tenemos escasez de mano de obra, nuestros trabajadores de la salud están trabajando en otros países europeos, hay menos niños en las escuelas y más personas mayores que añaden presión al sistema social y de pensiones”, explica.
Ante la gradual despoblación de Legrad, el alcalde Ivan Sabolić lanzó el año pasado un plan para atraer nuevos residentes vendiendo casas abandonadas por una kuna (US$14 centavos).
Los requisitos para comprar estas viviendas son ser solvente financieramente, tener menos de 40 años y comprometerse a vivir en ellas al menos 15 años.
Cuando alguien muere sin heredero en Croacia la propiedad pasa a manos de la municipalidad y esto se había convertido en “un problema” para el alcalde Sabolić.
Pero su oficina encontró rápidamente personas seriamente interesadas en las 19 casas que ofertó y hasta finales de mayo de 2022 solo quedaba una por vender.
A nivel nacional, a finales del año pasado el primer ministro del país, Andrej Plenković, anunció un nuevo programa bautizado como “Yo elijo Croacia”, que ofrece subvenciones de hasta 200.000 kunas (US$28.000) a aquellos croatas que regresen de otros países de la UE con planes de comenzar su propio negocio.
Pero el esquema no ha tenido el éxito esperado, según reportó a finales de abril la cadena de televisión RTL, una de las principales del país.
Monika Komušanac, demógrafa de la Universidad de Zagreb, conoce a muchas personas en su círculo que han abandonado el país y coincide en que es “un gran problema para muchos encontrar un trabajo permanente”.
Pero para ella hay otros detonantes que hacen que los locales emigren, como el “desorden” de la sociedad croata, que, según dice, está “llena de escándalos, corrupción y nepotismo”.
“Los jóvenes han perdido su idealismo, la confianza en las instituciones y en la sociedad, y no ven signos de cambio”, añade.
Además, cree que la política nacional de población del gobierno, definida en 2006, debe cambiar: “propone ayudas muy modestas para los bebés recién nacidos y no incluye apoyo a las familias con más de un hijo”.
Para evitar que la “catástrofe demográfica” continúe, el alcalde de Legrad le pide al gobierno central impulsar la inmigración extranjera para llenar puestos de trabajo e incentivar los aumentos salariales para incrementar la competividad con mercados laborales en otros países de Europa:
“Los croatas seguirán yéndose a otros países como Alemania o Austria porque los salarios son más altos allá. Si esto no cambia, nos convertiremos en un país sin juventud”.
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Fuente: Portafolio