Dólar a dólar, el escape en una Venezuela inflacionaria

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Carteles con la tasa oficial del día según el Banco Central están colgados en las entradas de grandes superficies. Las estanterías están repletas de productos con precios en bolívares y su equivalente en dólares. En las cajas conviven los pagos en divisas en efectivo y digitales.

En los últimos dos años Venezuela dejó de ser la misma y Maracaibo, mucho menos. Más de 730 días después recorrí las calles de lo que creía conocer de una ciudad, golpeada por la crisis de servicios públicos y en donde la dolarización se abre paso ante una población hambrienta de una esperanza para sobrevivir.

(Lea: Los acuerdos entre Putin y Maduro para estrechar cooperación). 

El apagón nacional de 2019 fue el detonante para que la ciudadanía se aferrara a la divisa estadounidense como un mecanismo de supervivencia y, a partir de allí, el régimen venezolano viró sobre sus propios ideales de soberanía nacional y le cedió espacios al dólar para ‘aliviar’ la crisis hiperinflacionaria del bolívar local.

No puedo decir que hemos mejorado, pero sí estoy menos peor que hace un par de años, donde no se podían conseguir los alimentos”, confesó Marisol Gutiérrez. Su hijo regresa al país cada tres meses procedente de Colombia, desde donde le trae dólares en efectivo para poder subsistir. “Antes traía US$200, pero ahora eso no alcanza y hace el esfuerzo por traer US$500”, remarcó.

LA ALIMENTACIÓN 

La crisis de alimentos parece haber quedado en el retrovisor. Los establecimientos de grandes superficies como supermercados o farmacias ahora tienen sus estanterías llenas de productos, tanto locales como importados de Estados Unidos, China, Rusia o Turquía, en su mayoría.

(Además: Maduro celebra la salida de Venezuela del ciclo de hiperinflación). 

Todo esto apalancado en una serie de exoneraciones anuales a las importaciones que autorizó Caracas desde hace tres años.

En mi trabajo nos pagan 150 bolívares al mes y semanalmente dan un bono de US$50. Con eso es que puedo sobrevivir y tener comida

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Los precios de estos artículos conviven en la dualidad monetaria bolívar-dólar, algo que se volvió una cotidianidad para el ciudadano y que salta a la vista para los extraños. Un cartel señalaba el precio de 6,89 bolívares o de su equivalente en dólares, US$1,50 para una botella de dos litros de Coca-Cola, el mayor tamaño en el país vecino.

Desde el pasado Día del Trabajador, el salario mínimo integral en Venezuela es de 10 bolívares. Esto es 7 de salario base más 3 de bono de alimentación. Así, más de la mitad de un salario mínimo integral se iría en una botella de gaseosa.

(Vea: ¿Dólar digital? Esto es lo que está contemplando la Fed). 

Entre un kilo de zanahoria y otro de papas, medio kilo de chuleta de cerdo y otro de falda de res más otros cuatro productos, Jairo Ortega canceló una compra de 45,81 bolívares. “Pagué una parte con un billete de US$10 y la otra con bolívares por el punto de venta (datáfono) (…) La empresa nos paga un poco más del (salario) integral”, afirmó.

De acuerdo con los datos de la Cámara de Comercio de Maracaibo, una familia de cinco personas necesitó 1.805 bolívares para cubrir la canasta alimentaria en diciembre, esto representó un incremento del 10% frente a noviembre. Dicho valor, llevado a dólares, fue de US$394, una variación de US$38 en comparación con el mes anterior.

“En mi trabajo nos pagan 150 bolívares al mes y semanalmente dan un bono de US$50. Con eso es que puedo sobrevivir y comprar comida y pagar el colegio de los niños”, comentó José Rincón, empleado de una empresa de encomiendas.

No puedo decir que hemos mejorado,
pero sí estamos menos peor que hace dos años, donde no se conseguían alimentos

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LOS MÉTODOS DE PAGO 

“Se acepta Zelle”, “tenemos pago móvil” y “aceptamos bitcóin” son los letreros que más se repiten con frecuencia en los establecimientos comerciales de la otrora pujante capital petrolera del país.

Este es quizás un panorama poco habitual para quien llega del exterior, pero en esta ciudad cancelar compras únicamente en bolívares en efectivo es “algo muy anormal”. “Hay que adaptarse. Los bolívares en efectivo casi no se ven”, señala Luis Pérez, un vendedor de fritos.

(Además: ‘En los próximos 5 años las divisas tendrán su equivalente digital’). 

En octubre, Venezuela implementó su tercera reconversión monetaria en más de 20 años, recortándole seis ceros a la moneda y dándole paso a un nuevo cono monetario: el bolívar digital. La producción de estos nuevos billetes parece no ser suficiente y no alcanzan a cubrir a gran parte de la población, por lo cual, los especímenes del bolívar soberano (el anterior cono), aún siguen circulando. Así un billete de 1 millón de bolívares solo vale 1 bolívar.

Los dos primeros tipos de carteles son los que se ven con más frecuencia. Desde supermercados a librerías, pasando por farmacias y carnicerías. Zelle es una plataforma propiedad del Bank of America que permite el intercambio de dólares electrónicos, teóricamente dentro de los Estados Unidos. Es la más popular, pero también se usan Paypal o AirTM.

En algunos comercios suele haber una máquina que comprueba la calidad del billete estadounidense; en otros no aceptan billetes de US$1; algunos ofrecen el cambio en bolívares o en productos y cientos los aceptan sin condiciones.

La adopción de criptomonedas, a su vez, es más frecuente en jóvenes, algunos lugares de comida rápida y en tiendas de tecnología.

Según cifras del BCV citadas por medios especializados, la inflación terminó 2021 con un alza del 686,4 %.

EFE

LO QUE ESTÁ POR VENIR

Con la liberación del dólar muchas cosas han cambiado en el vecino país, pero al mismo tiempo, todo sigue estando igual. Las estanterías podrán estar repletas, pero los servicios básicos continúan sin funcionar de forma estable.

La dolarización avanza en el discurso del chavismo, que ahora vitorea la salida de la hiperinflación a la que entró en 2017, en parte, gracias a esa estrategia con la moneda extranjera.

(Vea: Mercado Libre nombra nueva gerente general para Colombia y Venezuela). 

Más del 60% de transacciones se hacen en la divisa estadounidense, dice firma Econanalítica, de Asdrúbal Oliveros.

LAURA LUCÍA BECERRA

Fuente: Portafolio