¿Por qué Castillo no logra equipo para gobernar?

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El izquierdista Pedro Castillo sigue marcando récords. Al que impuso con su sorpresiva aunque ajustada victoria presidencial ha sumado en sus seis meses de gestión otros como inédita desaprobación (77%), dos investigaciones por presunta corrupción, el cambio de diez ministros en su primer gabinete y la caída de su segundo, este martes.

Salido de las entrañas del llamado Perú profundo, este maestro rural avenido a político por conveniencia de su mentor, Víctor Cerrón, máximo exponente de la izquierda radical que promueve desde el partido que fundó, Perú Libre, no ha logrado dar estabilidad a su gobierno, pese a los forzados bandazos que ha dado en la conformación de sus inmediatos colaboradores.

Sin experiencia política y del manejo público, cuando asumió el mando peruano, Castillo designó como ministros (19 en total) a los ‘que dijo Cerrón”, entre ellos al presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, investigado por el presunto delito de apología al terrorismo, cuestionado por declaraciones homofóbicas y quién, además, en tan solo sus dos meses en ese cargo protagonizó un sinnúmero de escándalos con parlamentarios opositores, la prensa e incluso con compañeros de gabinete como el entonces canciller Héctor Béjar, removido del cargo antes de cumplir el mes por una explosiva declaración “el terrorismo lo inició la Marina”.

El gabinete encabezado por Bellido cayó el 6 de octubre y entonces el presidente Castillo decidió dar un giro de 180 grados al designar, en contravía de los ‘poderosos ideólogos’ de su partido, a Mirtha Vásquez, una moderada de izquierda militante del Frente Amplio, al frente de un gabinete que no fue remozado totalmente, si cambió a siete ministros, los más cuestionados tanto por su pasado como por su gestión.

Vale destacar que salió el entonces titular del Interior, Juan Carrasco, reemplazado por Luis Barrenzuela y quien el 2 de noviembre se vio forzado a renunciar ante la moción de censura que promovía el Congreso por haber realizado una fiesta violando las normas anticovid. Le sucedió hasta el pasado sábado Avelino Guillén, que se apartó del cargo por graves discrepancias con el mando policial, convirtiéndose en el preludio de otra crisis política que se abrió ayer con la renuncia de Vásquez y, por ende, de todo el equipo de gobierno.

En ese momento, Castillo aseguró “Perú espera mucho de sus autoridades, es momento de poner el país por encima de toda ideología y posiciones partidarias y aisladas”.

Pero ahí fue Troya porque el presidente y sus ministros comenzaron a ser blanco de ‘fuego amigo’, liderado por Bellido desde su curul en el Congreso, al tiempo que la Vásquez, desde su cargo enfrentaba una lucha diaria contra los ‘asesores’ personales y directos del mandatario que, sin duda, son Cerrón y sus férreos aliados de la izquierda radical.

Esas situaciones simultáneas se volvieron insostenible para un equipo ministerial que decidió finalmente apartarse del gobierno, dificultando las cosas para el presidente Pedro Castillo, cada vez más impopular, con poco margen de acción legislativa y, sobre todo, con fuerte influencia del partido que lo llevó al poder que ha aprovechado, como hemos reseñado, su inexperiencia política para manejarlo.

De allí que podría darse por descontado que, tras su segundo gabinete liderado por una izquierdista moderada, el presidente vuelva a buscar a un jefe de gabinete y Mininterior provenientes del sector más radical. Sin embargo, se da por descontado que mantenga a varios de los actuales, como el de Finanzas, Pedro Francke, quien prenda de garantía para la tranquilidad económica e inversionista.


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Razones y consejos

El presidente peruano comenzó este martes las consultas para conformar su tercer gabinete, con lo que impone otro récord: el mayor número de cambios de equipo ministerial en tan corto tiempo (seis meses) desde 1980.

Tratando de minimizar esta nueva crisis sostuvo Castillo, vía twitter, que “el gabinete está en constante evaluación. Por tal motivo he decidido renovarlo y formar un nuevo equipo. Agradezco el apoyo de Vásquez y ministros de Estado. Seguiremos por el camino del desarrollo por el bien del país”.

De esta forma daba a entender no solo que es ‘normal’ el cambio, sino que el mismo habría sido una decisión suya, cuando en realidad fue la renuncia de la presidenta del Consejo de Ministros, argumentando las razones por las cuales era imposible adelantar gestión, la que dio origen a la caída del segundo gabinete.

“El presidente tiene un equipo de asesores, yo hoy se lo dije abiertamente, que él debiera reconsiderar”, declaró Mirtha Vásquez tras presentar su carta de renuncia, al tiempo que matizó que “a veces se comenten muchos errores en el Gobierno”, lo que achacó a “quién asesora al presidente” y “quién está en contacto directo”. Y aunque no referenció nombre alguno, es un secreto a voces que son Cerrón, Bellido y otros radicales.

Para Vásquez, uno de los principales motivos para presentar su renuncia al cargo es el “inadecuado equipo de asesores que rodea al jefe de Estado”.

Dichas personas, argumenta, “han provocado estos días una crisis innecesaria de gobernabilidad, acusándose unos a otros” y al ser preguntada por la identidad de estos asesores, Vásquez ha indicado que “existe un problema” entre los “asesores directos” del presidente.

En su carta de dimisión, la que fuera presidenta del Consejo de Ministros peruano explicó que, “por desgracia, llegamos al punto de no haber podido lograr al menos avanzar en consensos sobre el liderazgo de un sector tan importante como el Interior”, por lo que puso en duda “la posibilidad de avanzar en otros cambios imprescindibles en otros ámbitos”.

De igual forma que la crisis en el Ministerio del Interior “no es un asunto cualquiera y coyuntural” sino la expresión de un “problema estructural de corrupción en diversas instancias del Estado que nos viene golpeando y que es momento de abordar y confrontar con firmeza”.

“Pese a los esfuerzos realizados, estimo que a esa instancia mi rol se ha agotado, y que es necesario para su gobierno una recomposición del Gabinete, la cual ya venía advirtiendo desde hace semanas”, señala en su misiva, en la que también expresa su “frustración” porque en esa situación es imposible “sacar adelante una serie de políticas para cumplir con los objetivos”.

Esta sorpresiva renuncia de Vásquez se dio tan solo dos días después de que hiciera lo propio el ministro del Interior, Avelino Guillén, y se destituyera al comandante general de la Policía peruana, Javier Gallardo, estos dos últimos en abierta confrontación desde hace semanas por los ascensos en la institución.

Según los medios de comunicación peruanos sobre dicho general se ciernen de tiempo atrás graves acusaciones de malos manejos dentro y fuera de la institución policial, los que fueron ‘desconocidos’ por Castillo quien lo mantuvo en el cargo hasta que la situación se tornó insostenible por los constantes reclamos tanto del hoy exministro del Interior como de la saliente jefa de los ministros.

Es por ello que los detractores del mandatario peruano le reclaman ahora su ‘desfachatez’ ya que en recientes entrevistas sostuvo que ‘desconocía’ esa tensa situación y las influencias que se estarían manejando en la Policía para los mencionados ascensos.

¿Por cuánto tiempo podrá mantenerse Castillo en el poder en medio de tanta inestabilidad? o ¿Será esta crisis el punto de quiebre para que abra una negociación política que le permita gobernar? Estos son las inquietudes que hoy rondan a los peruanos, la gran mayoría de ellos decepcionados con la gestión presidencial y preocupados porque a pesar de que el mandatario ha dicho no ser ‘títere’ de nadie, cada vez se evidencia más la influencia de los hombres detrás del trono.

Por lo pronto, en espera de que su tercer gabinete funcione, medios como el periódico “El Comercio” editorializa que “tal parece que el único aprendizaje del presidente Castillo en estos seis meses ha consistido en nutrir su capacidad para poner al límite su propio Gobierno”. Y es bajo esa óptica que lo titula tan llamativa como acertadamente: “Maestro en crear crisis”

Fuente: El Nuevo Siglo