We remember para no repetir

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NEGAR, distorsionar o trivializar los hechos del Holocausto es no sólo un ataque a la memoria de las víctimas, sino un dislate anacrónico que alimenta el antisemitismo y el discurso de odio a nivel global.

Sin rostro ni argumento han surgido en las redes sociales movimientos negacionistas que con sus reiterados cuestionamientos a ese genocidio deforman la verdad, la historia y promueven la discriminación e intolerancia por múltiples razones que van desde la raza hasta la orientación sexual.

En 2005, la Organización de Naciones Unidas declaró el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto tanto rendir homenaje a los cientos de personas que murieron en los campos de concentración nazi como para tomar medidas que ayuden a los más jóvenes a crear resiliencia en cuanto a las ideologías de odio.

Fue el 27 de enero de 1945 cuando las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Seis millones de hombres, mujeres y niños judíos perecieron en el Holocausto también conocido como la tragedia de la Shoá.

Memoria, dignidad, justicia fue el lema de la campaña este 2022 que, de una parte, destacó las acciones emprendidas por los supervivientes en los años posteriores a la devastación para reclamar sus derechos, su patrimonio cultural y su historia, y de otra, el compromiso de decenas de estados para promover la educación en torno al hecho, pero, sobre todo, combatir el creciente negacionismo.

En tal sentido, la Unesco y el Congreso Judío mundial (CJM) anunciaron una asociación con TikTok, tras evidenciar que el 17% de los contenidos publicados en esta red social relacionados con el tema niegan o distorsionan el Holocausto.

De ahora en adelante, los usuarios interesados en el tema verán a partir “un anuncio en la parte superior de sus resultados de búsqueda que les invita a visitar la web del CMJ y la Unesco, www.aboutholocaust.org“, para obtener información veraz y completa.

La investigadora, académica y escritora, Deborah Lipstadt, en su best-seller “La negación del Holocausto” explica que para los negacionistas sostienen que la muerte de judíos a manos de los nazis fue producto de una guerra y no de un asesinato sistemático y masivo, que Auschwitz no fue un sitio de exterminio sino un refugio antiaéreo y que muchos de los que se dicen allí murieron realmente desaparecieron huyendo de la guerra.

También argumentan que al finalizar la Segunda Guerra Mundial se ‘fabricaron’ documentos falsos que se distribuyeron por toda Europa sobre el Holocausto, que muchos generales nazis apresados debieron confesar bajo torturas el ‘supuesto exterminio’, que las descritas como cámaras de gas eran de desinfección o morgues y que las habitaciones además de ser demasiado pequeñas para albergar la cantidad descrita de prisioneros y que, inclusive, Hitler no sólo era el mejor amigo de los judíos en Alemania sino que trabajo para protegerlos.

Y aunque dichos argumentos son de vieja data, ya que comenzaron a escucharse en 1959 luego de que el clérigo estadounidense Gerald L. K. Smith, publicara Cross and the Flag (La cruz y la bandera) afirmara que durante el Holocausto no fueron asesinados los seis millones de judíos sino que éstos emigraron a Estados Unidos y se le fueron agregando muchos más como que tal hecho fue un “chantaje contra el pueblo alemán para obtener dinero en marcos con cadáveres fabricados”, como lo expresó en 1973 el profesor de literatura inglesa Austin J. App, en las últimas décadas han tomado fuerza para difundir xenofobia, antisemitismo y discriminación tanto de género como de sexo.

Ante ese impensado e injustificado embate contra la historia, Naciones Unidas no sólo declaró el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, en 2005, como reseñamos, sino que ha multiplicado esfuerzos tanto con campañas globales lideradas por la Unesco, como resoluciones.

La más reciente de ellas fue la adoptada el 20 de este mes, que aunque no es vinculante insta a todos los Estados miembro a luchar contra la negación del Holocausto y el antisemitismo e insta a los gigantes de internet (Facebook, Twitter, Instagram, etc.) a que luchen contra los contenidos de odio en las redes sociales.

El texto propuesto por Israel fue desarrollado con la ayuda de Alemania y copatrocinado por 144 de los 193 estados que conforman las Naciones Unidas. En la resolución se “rechaza y condena sin reservas cualquier negación del Holocausto como acontecimiento histórico, ya sea en su totalidad o en parte”.

Asimismo, exhorta a los miembros de la ONU a que “elaboren programas educativos que graben en la memoria de generaciones futuras las lecciones del Holocausto para ayudar a prevenir actos de genocidio” y los insta, así como a los gigantes de internet, a “que tomen medidas activas para luchar contra el antisemitismo y el negacionismo o la deformación del Holocausto”.

En su momento, Yair Lapid, ministro de Relaciones Exteriores israelí, y su homóloga alemana, Annalena Baerbock, saludaron en una declaración común la adopción de la resolución, como una prueba de que la comunidad internacional “habla con una sola voz”.

Preocupados por el “aumento dramático” del negacionismo, los dos ministros también denunciaron “las comparaciones entre conflictos políticos actuales y el Holocausto”, lo que constituye una “injusticia” para las víctimas.


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Entre tanto, la Unesco, activó dos campañas:  #ProtectTheFacts campaign con la que busca fomentar la sensibilización acerca de las versiones tergiversadas del Holocausto empoderando a las personas para que puedan identificar y contrarrestar la distorsión de los hechos relativos al mismo y We Remember, orientada a generar conciencia sobre la importancia que para el presente tiene la cultura de la memoria.

Ayer, con ocasión de la celebración, Audrey Azoulay, directora general de Unesco sostuvo: “Esta labor de memoria nunca ha sido tan relevante.  En primer lugar, porque la pandemia ha hecho resurgir los oscuros y siniestros reflejos de la búsqueda de chivos expiatorios. Pero también porque las indecentes e inanes comparaciones establecidas entre las medidas de lucha contra la pandemia y las medidas de persecución de los judíos por parte de los nazis relativizan la tragedia de la Shoá”.

Y agregó que “es nuestra responsabilidad común proteger la verdad y mantener viva la memoria de todas las personas que sufrieron a causa del régimen nazi; apoyar la investigación y la documentación, para responder con la realidad de la historia a las fantasías de los fanáticos; estudiar y enseñar el Holocausto, para que la educación prevenga el antisemitismo y toda forma de racismo.”

Paralelamente la fundación Auschwitz lanzó esta semana un programa de subvenciones denominado Desafío a la Indiferencia que premiará proyectos que aborden el racismo, el antisemitismo y la discriminación.

La estrella amarilla

De otra parte, una centenaria superviviente del Holocausto, Margot Friedlander, pidió al Parlamento Europeo que preserve la memoria de la Shoah, indignada por la utilización de la estrella amarilla por “nuevos enemigos de la democracia”.

Friedlander dijo que veía “con incredulidad, cómo un símbolo de nuestra exclusión por parte de los nazis, la estrella amarilla, es hoy descaradamente utilizada por los nuevos enemigos de la democracia (…) para presentarse como víctimas”.

“Con gran preocupación veo que el Holocausto, al igual que la guerra de conquista y exterminio llevada a cabo por los nazis, está cayendo cada vez más en el olvido”, dijo Friedlander, de 100 años, en una ceremonia por el 77º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

La estrella amarilla -que identificaba judíos- ha sido vista como símbolo en recientes manifestaciones en Francia, Italia y Bélgica contra la vacunación obligatoria y las medidas de restricción por la pandemia de coronavirus.

Friedlander fue deportada al campo de concentración de Theresienstadt (en la actual República Checa) cuando era veinteañera, pero su madre y hermano murieron en Auschwitz.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lamentó que “el antisemitismo no ha desaparecido, todavía envenena nuestras sociedades. Un notable 70% de los judíos europeos no se sienten seguros usando una kipá o una estrella de David. Y durante esta pandemia, los judíos han sido blanco de todo tipo de teorías de conspiración y discursos de odio. Pero esta vez no cerraremos los ojos”.

Philippe Markiewicz, presidente del Consistorio Central Israelita de Bélgica., dijo que la amalgama de la estrella amarilla y las protestas “no tiene lugar. La estrella amarilla era el paso previo al exterminio. Pero aquí estamos hablando de una vacuna que ayuda a salvar vidas”.

Fuente: El Nuevo Siglo