De niña campesina a patrullera que desactiva explosivos

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Camilo*, un niño que quería ser futbolista cuando grande y seguir los pasos de famosos jugadores colombianos a los que solo había visto en la televisión, vio sus sueños frustrados por la barbarie de la guerra. Cuando caminaba a campo traviesa por una vereda de Vista Hermosa, en el Meta, pisó una mina de las tristemente llamadas ‘quiebrapatas’. 

A sus escasos siete años por la explosión perdió sus dos extremidades inferiores y su padre, quien lo acompañaba aquel fatídico día, sufrió graves lesiones en diferentes partes del cuerpo. Hoy Camilo camina gracias a dos piernas ortopédicas, y aunque estudia y ayuda con algunas labores del campo y la casa, extraña el fútbol que tanto amaba. No entiende por qué su sueño se acabó sin apenas comenzar y por una ‘guerra’ que no entiende y en la que él ni su familia tienen algo que ver.

Pero las minas no son las únicas amenazas explosivas. Los grupos armados ilegales, es especial el Eln y las facciones residuales de las Farc, cada vez más recurren a la utilización de bombas, petardos y otros artefactos y municiones que dejan a la orilla de las carreteras, infraestructura de transporte, instalaciones militares y policiales o en cualquier lugar urbano o rural en donde su explosión cause daño a la Fuerza Pública y los civiles. Miles de víctimas del terrorismo se han registrado en Colombia en las últimas tres décadas por esta modalidad bárbara y violatoria del Derecho Internacional Humanitario.

Es un flagelo criminal que no desaparece y una prueba de ello se dio, por ejemplo, en varios lugares del país en el marco del ‘paro armado’ del Eln la semana pasada. 

Para hacerle frente a esta amenaza están los integrantes de las unidades antiexplosivos de las Fuerzas Militares y de Policía, conformadas por decenas de hombres y unas pocas mujeres que a diario arriesgan sus vidas para desactivar los artefactos y evitar que causen muerte y dolor. 

La patrullera Villalba 

Nelfi Yolima Villaba es hija de campesinos y madre de un jovencito. Pero también es patrullera de la Policía especializada en antiexplosivos.  Desde muy pequeña soñaba con ser uniformada y hoy esa meta es una realidad. “Todo empezó como un sueño, allá en el campo. Hoy es mi proyecto de vida. Trabajo para salvar vidas, no solo de mis compañeros sino de los colombianos”, señala.

Sus padres se han dedicado a trabajar duro en el campo. “Él en los sembrados y ella en una empresa de flores… Han sido un apoyo inmenso para poder cumplir nuestros proyectos. Mis hermanos y yo estamos convencidos de que cuando se hace algo con amor se puede lograr”, explica.

La joven patrullera afirma que es “una mujer soñadora, trabajadora, aguerrida, amorosa, maternal, líder siempre en cada etapa de mi vida, queriendo dejar un legado para mi hijo, para que se sienta orgulloso de su mamá y la tenga como guía para que cuando se le presente un tropiezo, busque oportunidades de levantarse y continuar”.

Nelfi Yolima recuerda que “trabajaba en el Grupo de Investigación de Homicidios de la Metropolitana de Bogotá y acudió a un caso de un atentado contra un medio de comunicación. En el lugar estaban los de la Unidad de Explosivos y me pareció que el trabajo que realizaban era muy importante y noté que no había mujeres. Desde ese momento quise pertenecer a tan bonita especialidad y no me equivoqué a pesar de los graves riesgos”. 

Se le midió a un reto tan complicado y logró sacarlo adelante, siendo una de las pocas mujeres en esta labor. Ella, incluso, fue la primera. “Ahora sueño con estudiar y conocer más sobre la evolución de los explosivos y salvar vidas. Quiero llegar a mi asignación de retiro en la especialidad, pero antes ser la Jefe de la Unidad Antiexplosivos de la Metropolitana de Bogotá”, sostiene.

“Muchos policías y ciudadanos se asombran al ver el papel que desempeñamos las cuatro mujeres que integramos esta especialidad. El equipo que opera en la Dijin e Interpol de la Policía está integrado por 116 hombres y cuatro mujeres”, explica.

La patrullera dice con satisfacción que se siente “muy orgullosa de ser la primera mujer que ingresó a esta especialidad y ahora otras tres uniformadas también se incorporaron al grupo. Aquí estamos preparadas para desempeñar cualquier actividad, lo que importa son las ganas de aprender y querer lograr nuestros sueños”. 


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Obviamente es consciente del riesgo de un trabajo tan extremo. “A pesar de los exigentes entrenamientos y preparación, mi temor es perder la vida y dejar mi hijo, que es el ser que más amo; al igual que quedar con alguna discapacidad, porque no sabemos a lo que nos estamos enfrentado cuando iniciamos un procedimiento”, señaló.

Según la uniformada “todos los días nos preparamos y vamos un paso adelante del terrorismo. Además, contamos con equipos de alta tecnología, diseñados para enfrentar las amenazas (artefactos) de forma técnica, con el fin de evitar que se cumpla el objetivo del terrorista”.

Los caídos

Lamentablemente por más preparación y entrenamiento, el peligro siempre existe. De hecho, Villalba lamentó la muerte de los intendentes William Barreño Ardila y David Reyes Jiménez, también Técnicos Profesionales en Antiexplosivos, que fallecieron en diciembre al ser activada una carga en el aeropuerto Camilo Daza, en Cúcuta.   

“Conocí a mi Intendente Barreño y soy curso de Explosivos de mi Intendente Reyes Jiménez. Fueron excelentes policías y buenos seres humanos y nunca los vamos a olvidar. Hasta que no se termine este conflicto interno de nuestro país, nos seguiremos enfrentando a situaciones desafortunadas como la pérdida de mis compañeros”, se lamenta Nelfi Yolima.

La Especialidad de Antiexplosivos de la Policía, que opera en la Dijin, es la encargada de direccionar los procedimientos antiexplosivos y la atención a incidentes que involucren el uso de agentes nucleares, químicos, biológicos y radiactivos, empleando equipo técnico de tecnología avanzada y personal idóneo. Lleva a cabo procedimientos de investigación posterior a la explosión o de neutralización de estos artefactos, suministrando a las autoridades judiciales pruebas técnicas para el desarrollo de las investigaciones y el esclarecimiento de diversos delitos. Ya son más de 50 años de trabajo y esfuerzo.

Gracias a los procedimientos de los técnicos antiexplosivos se captura y se juzga a los responsables de graves hechos en el país, entre ellos los atentados a la Escuela General Santander (Bogotá, enero de 2019) y a la Brigada 30 del Ejército (Cúcuta, junio de 2021). 

En este último caso, por ejemplo, las pesquisas de los técnicos antiexplosivos fueron clave para coadyuvar en la captura 10 personas. En el ataque al aeropuerto en la frontera con Venezuela, se logró ya la detención de seis sospechosos.

No hay tregua en esta misión. Y ello se evidencia en que esta Unidad en los últimos 13 meses ha logrado en todo el país la desactivación de 18 amenazas terroristas y realizado la verificación de 16 escenas o eventos.

“Seguiré con mi trabajo anónimo, como mis otros 119 compañeros, para enfrentar al terrorismo. Por ello seguimos capacitándonos y poniendo de nuestra parte un valor agregado en cada uno de nuestros procedimientos. En mi caso quiero dejar mi legado en la Policía Nacional. Lo que empezó como un sueño cuando era una niña campesina, se logró y he llegado más allá de lo que me imaginaba, sé que vienen cosas buenas para mi vida institucional”, puntualiza Villalba.

Fuente: El Nuevo Siglo