La actividad permanente de sacarse “selfies” empezó a vincularse a ciertos trastornos psicológicos. Incluso, se propone como una adicción comportamental. Lo analizamos.
Cada vez más se habla de una asociación entre las selfies y los trastornos psicológicos, abriendo un nuevo debate en torno al modo en que nos vinculamos con las tecnologías. ¿Es verdad que esta práctica puede afectarnos?
Desde hace algunos años, la mayoría sabe de qué hablamos cuando nos referimos a una selfie: la autocaptura de una foto, con un uso generalmente destinado a redes sociales. Puede quedar allí, pero hay quienes la convierten en la actividad del día, el eje que atraviesa cada momento.
¿Cómo se relacionan las “selfies” y los trastornos psicológicos?
Aún no hay un consenso respecto a qué categoría asignar a la obsesión por tomarse autocapturas. Hay quienes ya hablan de selfitis, como un término para destacar la asociación entre las selfies y los trastornos psicológicos.
Según su gravedad, determinada por la cantidad de tiempo que la persona pasa tomándose fotos, podría clasificarse de la siguiente manera:
- Límite: tomarse 3 fotos al día, aunque sin necesidad de subirlas a las redes.
- Agudo: sacarse varias fotos al día y postearlas en redes.
- Crónico: sacarse fotos en más de 6 oportunidades al día y actualizar en redes.
Por otro lado, hay expertos que prefieren hablar de un trastorno dismórfico corporal. En especial para aquellos casos en los que se aplican filtros de las apps y se hacen retoques del cuerpo previo al posteo.
Por último, la selfitis se incluye dentro de los trastornos 2.0. Es decir, aquellos que aparecieron de la mano de las nuevas tecnologías.
¿Por qué existe la selfitis?
Algunas de las hipótesis comunes que se comparten en torno al estado del arte de la selfies y su relación con los trastornos psicológicos son las siguientes:
- Tomarse una o varias selfies no es un acto perjudicial en sí mismo. El problema surge cuando se convierte en un obstáculo para realizar otra actividad, convirtiéndose en el interés principal de nuestro día. Es decir, si te juntas a cenar con tus amigos, pero es más importante capturar la imagen que compartir con ellos el momento, entonces hay un inconveniente.
- Muchas personas que se obstinan con las selfies tienen antecedentes de baja autoestima, necesidad y dependencia de validación externa, así como búsqueda de aprobación.
Consecuencias de tomar “selfies” 24/7
Nadie duda de la sonrisa que te provoca que tu celular te haga un carrusel de fotos con lo que pasó hace un año y te recuerde los momentos compartidos con la familia o con tus amigos. Sin embargo, el punto peligroso de vivir una vida para las redes o tomando selfies de todo lo que sucede, es que cuando se borran los límites, hay consecuencias a nivel individual e interpersonal.
Por supuesto, no hablamos solo de la vinculación entre las selfies y los trastornos psicológicos, sino de consecuencias más tangibles y concretas en la vida real. Veamos cuáles.
A nivel personal
- Si las fotos se publican, hay una sobreexposición de la persona. Esto puede atentar contra su intimidad. En el peor de los casos, hay quienes se aprovechan de la vida pública para hostigar a otros. Por ejemplo, a través del ciberbullying. También se habla del modo en que el cuerpo se vuelve un objeto de consumo.
- Hay algunas personas que viven pendientes de las reacciones y los comentarios de los demás en sus fotos. Tienen una dependencia de la opinión ajena y tal inseguridad, que quedan atrapadas en la búsqueda del refuerzo y la aprobación constantes. Esto genera aún más inseguridad, ansiedad y estrés.
- También se habla de la selfitis como una posible adicción comportamental.
- Aunque sean casos más aislados, no hay que pasar por alto que, en algunas ocasiones, sacarse una selfie significa poner en peligro la vida. En este sentido, hay noticias que se hicieron eco de caídas y golpes por acantilados, montañas u otros sitios a causa de estos descuidos. En el afán de tener la mejor foto, muchas personas se exponen a riesgos innecesarios.
A nivel interpersonal
- Nos perdemos de disfrutar y conectar con las otras personas por estar pendientes de la pose, de la selfie, de los detalles de la foto.
- Cuando las selfies implican salir en la captura junto a otros y luego las compartimos, a veces damos lugar a disputas por omitir el derecho a la privacidad.
Las “selfies” en el contexto de la primacía de la estética y la imagen
No podemos desconocer que se trata de un fenómeno de la época, facilitado por las nuevas tecnologías. Sin embargo, no hay que demonizarlas, sino aprender a hacer un buen uso de ellas.
Hoy el imperativo es la imagen, lo que “luce bonito”. Pero el riesgo que se corre es el de denostar todo aquello que no entra en ese canon. Quizás no somos tan conscientes de este metamensaje, pero sí que lo reforzamos.
Muchas veces, la propia vida real nos molesta porque no se ve todo con el color y el filtro de las redes. De este modo, procedemos a construir una imagen demasiado retocada y ficticia, que se condice poco con aquello que sucede cuando la cámara está apagada.
Detrás de todas esas pretensiones de perfección o de estética, sin quererlo, podríamos estar sembrando tierra propicia para quienes ya tienen trastornos de alimentación, para quienes se sienten deprimidos o para quienes no encuentran sentido a su vida.
La vida es como es: en todos sus colores, con sus blancos y negros. Que las redes no nos engañen.
Fuente: Mejor Con Salud