¿Qué se debe hacer ahora con la Selección Colombia?

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A las múltiples preocupaciones que tienen los colombianos se sumó esta semana la casi segura eliminación de la Selección del Mundial de Catar, con el agravante de no tener una respuesta a las preguntas de ¿qué está pasando con el equipo de Reinaldo Rueda? O de si ¿será que se perdió competitividad frente a los combinados patrios de mundiales anteriores?

Y a esos dos interrogantes se suma el de ¿qué hacer con el representativo nacional no solo en lo que resta de esta eliminatoria sino a futuro?

Las respuestas a las dos primeras inquietudes pueden ir concatenadas. No se puede afirmar de un solo tajo que se perdió competitividad sin antes detenerse a analizar el presente del once criollo.

Es evidente que el técnico Rueda transmite inseguridad a los jugadores y que si le cumplen sus planteamientos es porque son profesionales o por algún otro motivo que solo cada uno de ellos sabe.

Nada más hay que mirar lo ocurrido en el partido que se perdió 1-0 con Argentina. En la cancha se vio una Selección temerosa, con la totalidad de jugadores detrás de la línea del esférico, totalmente preocupados por defender y no por atacar, que era lo que se necesitaba.

Ya se supo una de las razones de asa actitud. Falcao García, quien fuera uno de los capitanes en las eras de José Pekerman y Carlos Queiroz, reconoció públicamente que “el técnico quería mantener el cero”.

Si eso ocurrió contra Argentina, habría que preguntarse qué instrucciones les dio a sus dirigidos en los partidos de La Paz ante Bolivia o en Montevideo contra Uruguay y en Asunción frente a Paraguay. Así mismo ante Ecuador y Perú en Barranquilla.

¿Cómo es que un equipo que necesita ganar sale a mantener el cero? Si esa fue la instrucción, entonces no se puede asegurar que se haya perdido competitividad sino que se tiene temor, que se carece de ambición o que no se es consciente de la realidad que vive el equipo.

Por partes

Las comparaciones en todos los actos de la vida son odiosas, pero a veces son necesarias. La Selección que asistió al Mundial de Brasil en 2014, pudo ser menos competitiva que la actual, partiendo de los clubes en que actuaban sus integrantes y de que tuvo una gran ausencia, la de Falcao García.

Sin embargo, hay dos grandes diferencias. Una, los jugadores creían en el técnico Pekerman, en sus planteamientos, lo respetaban y por ende, les transmitía seguridad.

En segundo lugar, era una Selección que contaba con líderes positivos, como Farid Mondragón, quien desde el banco los ‘empujaba’ a hacer las cosas bien, y Mario Alberto Yepes dentro de la cancha.

Por eso esa combinación de veteranía con juventud dio tan buenos resultados, se hizo el mejor mundial de la historia y se tuvo a James Rodríguez como el goleador del torneo.

A la Copa Mundo de Rusia 2018 se llegó con jugadores que ya habían madurado y que habían hecho tránsito por clubes como el Real Madrid y de no ser por la definición desde los 12 pasos ante Inglaterra, se hubiera podido llegar más lejos.

Allí el entrenador era el mismo, Pekerman, el mismo al que los jugadores le creían, el que les generaba confianza y mantenía un grupo unido, en el que todos jalaban para el mismo lado y, en realidad, eran como una familia.

¿Qué pasó?

Esta semana también, Jorge Fernando Perdomo, expresidente de la Dimayor, contó algo que era un secreto a voces. La llegada de Ramón Jesurún marcó el fin de la era Pekerman, solo por capricho.

Según se ha sabido, al Presidente de la Federación le molestaba que el seleccionador impusiera condiciones como que los que debían viajar en primera clase eran los jugadores y no los directivos y sus amigos invitados.

O, lo que es peor, que el personaje en mención se disgustó porque no le permitían despertar a los jugadores para que les firmara autógrafos o se tomaran fotos con sus amigos e hijos.

Nadie garantiza que si a Perkerman no lo ignoran durante el tiempo que estuvo en Bogotá esperando una llamada de la Federación para proponerle que continuara al frente de la Selección o le notificaran que no seguía, el representativo nacional estuviera clasificado, pero la posibilidad de que tuviera un mejor rendimiento, sería mucho mayor o al menos se estaría en zona de repesca.

Lo que sí se puede asegurar es que si ‘don José’ hubiera continuado al frente del combinado patrio, hoy nadie estaría preguntándose si Colombia perdió competitividad, porque de seguro el funcionamiento del equipo sería diferente y se hubiera mantenido la unidad del grupo.


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Lo actual

A la salida de Pekerman sin que el actual presidente de la Federación le hubiera dado la cara, se sumó la contratación del portugués Carlos Queiroz, quien tuvo un rendimiento arriba del 70% hasta cuando se sucedieron hechos que se han ocultado, pero como en todo, la verdad se sabrá algún día.

Su salida dio paso a otro capricho, el de Álvaro González Alzate, quien no transigió en su propuesta de que Rueda fuera el nuevo técnico de la Selección, sin importar que en Chile estuvieran desesperados por sacarlo y que al final lo único que se le iba a hacer era un favor a los directivos australes.

Aparentemente el cambio fue positivo porque se mejoró en solidez defensiva, pero con el correr de los partidos se empezaron a notar detalles que preocuparon a los aficionados colombianos, mas no a los directivos y mucho menos a los aduladores del técnico vallecaucano.

Al principio la seguidilla de empates fue disimulada por la ubicación en la tabla de posiciones de la eliminatoria para Catar. Sin embargo, era cuestión de tiempo que el perder tres partidos y empatar cinco y no marcar gol en 650 minutos, iba a repercutir y a mostrar una selección falta de competitividad.

Pero esa no es la real verdad, como tampoco lo será si por esas cosas del fútbol al cabo de las eliminatorias Colombia clasifica al repechaje y va al Mundial de Catar.

Para establecer si Colombia perdió competitividad sería necesario ver a los jugadores en su real dimensión, libres de presiones internas, porque si algo ha dejado entrever esta Selección es que al interior hay uno o varios jugadores que son líderes negativos y que Rueda no se atreve a tocar.

Es más, muchos de estos integrantes del combinado patrio podrán estar en las eliminatorias para el Mundial de 2026 y, si hay un técnico que les infunda respeto, credibilidad y les transmita seguridad, a lo mejor se hable de que se recuperó competitividad.

Un equipo amarrado táctica y estratégicamente, invadido por la desconfianza, por la inseguridad, falto de un líder positivo, no se puede valorar en toda su dimensión.

Un verdadero líder no es el protegido por el técnico, ni el que en la cancha se dedica a mirar mal a sus compañeros y a cobrar, así sea mal, todos los tiros libres. No. Un ejemplo de líder positivo era Carlos ‘Pibe’ Valderrama, René Higuita, Leonel Álvarez o Mario Alberto Yepes.

Es ese hombre capaz de reunir a sus compañeros o de hablarles en la cancha y decirles: no estamos jugando bien, vamos a hacer eso o aquello, a meterle ganas o a mostrar actitud.

O es que aquello de que en alguna ocasión el ‘Pibe’, cuando un entrenador les dio orden de echarse para atrás, les dijo a sus compañeros: “eche, qué vamos a hacer eso, vamos es para delante”, ¿no es válido?

Esta Selección no tiene un jugador de ese talante, ante Argentina, además mostró que no tenía alma. Por ello no se puede afirmar que perdió competitividad. Más bien, lo que evidencia es que faltó mano fuerte para ‘tocar’ jugadores que no están rindiendo y decisión para tomar medidas que hubieran permitido darle un nuevo rumbo cuando era necesario, o hacer un mea culpa por parte de los directivos y del mismo técnico, así como dejar de lado a algunos consentidos que nunca rindieron.

En cuanto a ¿qué hacer con la Selección? No queda otra que esperar a que termine la eliminatoria y, así se haga el milagro y clasifique al repechaje, los directivos tomen decisiones sensatas y no caprichosas para que veamos en su real dimensión a la Selección y sepamos si se perdió competitividad o no.

Fuente: El Nuevo Siglo