Colombia, bien posicionada en la ruta gastronómica de Queens

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“Es volver a la tierrita…ese sabor que solo nosotros le ponemos a las cosas” expresa con algo de nostalgia Maggie Pinilla, mientras que su acompañante, Dora Elvira Johnson, ha aprendido sobre Colombia y sus delicias gastronómicas en una emblemática calle de Jackson Heights, uno de los barrios más vibrantes del enorme condado de Queens.

Maggie, oriunda de Bogotá, hace 40 años reside en la Gran Manzana y asegura que está en mora de volver al país, así sea de vacaciones. Dora Elvira, su sobrina, es neoyorquina, pero “una orgullosa colombiana y de corazón, porque mi familia me enseñó sus costumbres, tradiciones y sus exquisitos platos, los cuales devoro con gusto cada que puedo, aquí o cuando voy a ese hermoso, maravilloso y encantador país, lo que procuro hacer cada año”.

Los relatos de estas dos mujeres se dan al interior de Arepa Lady, el hoy emblemático negocio de María Cano, quien tres décadas atrás no tenía ni idea que este producto, tan típico como delicioso, le abriría el camino a un futuro impensable: vivir en la llamada capital del mundo y tener solidez económica gracias a las arepas.

Cano huyó de su natal Medellín cuando la violencia del narcotráfico, ordenada por Pablo Escobar, llevó a que muchos como ella se vieran forzados a desplazarse para conservar su vida. Aventurando como lo han hecho la inmensa mayoría de quienes van tras el sueño americano, comenzó a vender sus arepas, en un carrito. Empezó con las tradicionales de masa blanca, con queso y sal, pero ante la creciente demanda no sólo las diversificó, sino que abandonó la habitual calle donde se ubicaba en Jackson Heights para rentar un local y, como dice el popular refrán “en un abrir y cerrar de ojos”, gracias a su dedicación y satisfacer con sus innovaciones a los gustos cada vez más exigentes, abrió un segundo restaurante en la zona.

Así, Arepa Lady se convirtió en un sitio para degustar este delicioso producto -al igual que empanadas- y en punto de encuentro no sólo para la colonia colombiana, numerosa en el mencionado barrio, sino para todos aquellos que descubrieron en el mismo la opción ideal para una merienda o una ‘comida rápida’ diferente a las tradicionales norteamericanas Burger (hamburguesa) o hot dog (perro caliente).

Como este negocio, desde hace más de una década, hay varios de colombianos que con su sazón se han posicionado dentro de la hoy ruta gastronómica que se puede encontrar en Queens, donde es posible viajar por casi todo el mundo a través de la comida. Este condado de Nueva York, destino final durante el último siglo de miles de inmigrantes, es destino insoslayable para residentes y turistas de la Gran Manzana, amantes de los sabores y la buena mesa.

Situado al otro lado del East River, frente a Manhattan, se ha convertido gracias a la inmigración en uno de los distritos más diversos del país.

“De los cinco condados (que integran Nueva York), Queens es el que más diversidad de población tiene del país, con más de 100 etnias” y al menos un centenar de cocinas, explica Robert Sietsema, crítico gastronómico de la revista digital Eater.com.

Aunque nadie lo sabe a ciencia cierta, pues que siguen llegando inmigrantes, precisa. “Los tibetanos y los nepalíes, por ejemplo, han llegado recientemente a Jackson Heights”, el barrio que supera los 2,5 millones de habitantes. 

Basta con tomar la línea 7 del metro desde Manhattan que lo recorre transversalmente para sumergirse en este festival de sabores, aromas, texturas y productos exóticos.

Y pese a la pandemia de covid-19, que lo golpeó con particular dureza, la oferta sigue ampliándose. 

En febrero se incorporaron cuatro nuevos restaurantes a la extensa lista: uno turco, uno hongkonés, uno singapurense y uno italiano, según Eater.com.

No hay una foto fija en Queens. Los barrios y la oferta culinaria se mueven al ritmo de la llegada o el desplazamiento, a veces por la escalera social, de los inmigrantes.

Los sabores del sureste asiático, egipcios o yemeníes compiten con la omnipresente cocina mexicana, las arepas y la bandeja paisa colombianas, la paella española, la entraña uruguaya o argentina, la feijoada brasileña, la musaka griega o el humus libanés.

 

Hoja de ruta

Aunque las guías de restaurantes en Queens son abundantes, los amantes de las sorpresas simplemente pueden dejarse llevar por el olfato para acallar el hambre.

Pero si lo que busca es “viajar” por los países y territorios representados por su comida, es mejor tener una hoja de ruta, como el “instagramer” Andrew Doro, de 39 años, fundador de la cuenta everycountryfoodnyc.com. 

En 2015 se propuso recorrer el mundo a través de sus fogones en toda la ciudad de Nueva York. Se “estancó en 145”, confiesa. 

“Aunque pueden ser también lugares como Hong Kong o Macao o lugares que no todo el mundo considera un país como Tíbet y lugares así”, justifica.

“Fue fácil hasta los 100-110. Ahora, tengo que estar atento a que surja alguno”, dice con una sonrisa.

Doro enseña alguno de sus lugares favoritos por las nevadas calles de Queens. La ruta empieza en la Plaza de la Diversidad, en pleno corazón de Jackson Heights. Ahora “alberga cada vez más a blancos de clase media, atraídos por la diversidad”, aunque también “es una suerte de epicentro de muchos países del sur de Asia e himalayos”, como Bután y Nepal, Bangladés, Pakistán, India o Birmania. También de mexicanos y colombianos.

La primera parada es un local diminuto, a la entrada del metro, el Café Yun de la birmana Yun Naing, de 25 años, recientemente llegada. Ofrece especialidades de su país como ensaladas y sopas y vende los ingredientes imprescindibles para elaborarlas.

“Nuestro café es conocido por servir comida birmana auténtica y por eso preferimos importar los productos que la hacen especial”, gracias a una “mezcla de sabores amargos, picantes y salados”, dice.

No lejos, el frío invita a tomar una sopa caliente a base de queso de yak, un bóvido del Himalaya, y un té con mantequilla salada en un el restaurante nepalí Bhanchha Ghar.

En la calle 37, punto neurálgico de la gastronomía de Jackson Heights, además de Arepa Lady, destaca la bandeja paisa que puede degustarse en los restaurantes “Las Margaritas” y “Los Barrilitos”, cuyo costo hoy es de unos USD17, a lo que debe sumarse el Tax y la propina.

La variedad de Queens contribuye al éxito de sus restaurantes, dice Brandon Klinger, el gerente, pese a que con el covid el “negocio ha decaído mucho”.

Más al este, Flushing, el barrio chino que según los lugareños ha superado en tamaño al legendario de Manhattan, es un hervidero de locales donde se puede degustar la especialidad de alguna región de China o Corea, o comprar los ingredientes para elaborarla en casa.

Astoria, frente a Manhattan, otrora destino de inmigrantes griegos y judíos europeos y ahora convertido en barrio residencial de los neoyorquinos que escapan a los precios estratosféricos de la Gran Manzana, alberga a comunidades como la egipcia o brasileña; en Woodside está la comunidad filipina y en Ridgewood inmigrantes balcánicos, irlandeses y puertorriqueños.

En Elmhurst se mezclan tailandeses con colombianos y cada vez más mexicanos, así como ecuatorianos, peruanos y uruguayos. Y en Steinway, los grecochipriotas viven con brasileños y coreanos, en un crisol de culturas y convivencia ajenos a las tensiones que viven muchos de sus países de origen.

El imperdible viaje gastronómico mundial obviamente va en gustos y se acomoda al bolsillo. Para citar solo algunos ejemplos, sobre todo de exquisiteces colombianas, las empanadas se consiguen desde USD 2, las arepas a USD5 si son sencillas, pero si las quiere de chócolo van desde USD6 hasta USD12, según lo que le quiera adicionar. Y si es amante de los postres, el arroz de leche, el flan o el mielmesabe los consigue desde USD 5.25.

Así, los sabores y la sazón colombiana están no sólo presentes sino posicionadas en esta gigantesca ruta gastronómica de Queens, conquistando cada vez más a propios y extraños. /

Fuente: El Nuevo Siglo