La Unión Europea, “maniatada” en el frente de defensa y seguridad  

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LO que a comienzos de la semana se verificó como el pico de máxima tensión entre Occidente y Rusia por la concentración de tropas de este último en la frontera con su vecina Ucrania mutó el miércoles a una impensada ofensiva militar que tiene al mundo en vilo tanto por sus impredecibles consecuencias como por los alcances del Kremlin que busca una nueva arquitectura de seguridad en la región.

Desde su concepción, la Unión Europea (UE) ha logrado consensos en temas clave como desarrollo, democracia, derechos humanos, comercio, cultura, paz, cambio climático, género y multilateralismo, pero ningún acuerdo en materia de seguridad y defensa.

De hecho, hay que tener en cuenta que el paraguas institucional que tiene la UE en materia de seguridad y defensa es la denominada, Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), que no es más que un espacio en el que se ha tratado de coordinar la política de defensa, pero que carece de fuerza, de armamento, de capacidades institucionales, presupuestales, operativas y logísticas necesarias para librar una guerra.

¿Será la actual coyuntura una camisa de fuerza para que la Unión avance en la consolidación de este frente? EL NUEVO SIGLO habló con dos expertos sobre las implicaciones que la guerra en Ucrania puede tener para el colectivo comunitario. Pero, primero, hay que entender por qué este club de 27 miembros se consolidó sin priorizar el frente de defensa y seguridad. Veamos.

Un rol más de carácter diplomático

El internacionalista experto en Unión Europea, Mario Aller San Millán, explicó que la razón por la cual en los estatutos de la UE explícitamente no hay nada “concreto”, por así decirlo, en materia de defensa, es porque ésta no se concibió como una unión militar. Lo que hay sobre seguridad se deriva de otros de sus objetivos, como el mantenimiento de la paz y el desarrollo de las relaciones entre países.

Para entenderlo por un minuto, más allá del escenario actual que tiene en vilo al mundo, al consolidarse como una comunidad de estados, “hacia adentro la intención siempre ha sido que, cuánto más se relacionen los países, más se van a parecer y menos incentivos van a tener para llegar a un conflicto. Esa es un poco la aplicación de la teoría kantiana de la paz perpetua”, precisó el profesor Aller.

Esa fue la apuesta que, con el tiempo, se sumó al hecho de que tradicionalmente la Unión Europea siempre ha sostenido una postura “reactiva” frente a las crisis. “Proactiva prácticamente nunca la ha sido”, puntualizó el experto.


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Frente a la ofensiva rusa en Ucrania

Y precisamente por esta “idiosincrasia”, por así decirlo, de la Unión Europea, el analista explicó que, frente al escenario actual, el club de 27 estados no podrá hacer absolutamente nada distinto a ser un puente de comunicación para buscar soluciones por la vía diplomática, o mantener la imposición de sanciones económicas, como en efecto ya comenzó a aplicarlas.

Sin embargo, el viernes también fue evidente que no logró consenso para aplicar la que es considerada la máxima restricción financiera: excluir a Rusia del sistema interbancario
Swift. 

“En la crisis Ucrania-Rusia, la Unión Europea prácticamente no tiene nada que decir porque eso lo maneja la OTAN. Lamento decirlo, pero en este escenario la Unión será un “segundón” de lo que quiera Estados Unidos”, precisó.

En esto coincidió por completo el internacionalista experto en política exterior norteamericana y de Eurasia de la Pontificia Universidad Javeriana, Emerson Forigua, quien señaló que, en términos de defensa, la dependencia de la Unión a la OTAN es absoluta en términos operativos, de inteligencia y logística.

“Tomando en cuenta la situación actual, aquí la UE no puede hacer nada porque primero tiene que repensar los términos de seguridad de la Unión y de las consecuencias que traiga el manejo que se dé al conflicto entre Rusia y Ucrania”, sostuvo Forigua.

No obstante, el profesor Aller indicó que para que la Unión avance “en una autonomía estratégica deberá adoptar una posición de puente entre Rusia y Ucrania. A la UE le dieron el premio Nobel de la Paz porque ha conseguido crear un sistema de diálogo y de diplomacia que ha evitado la guerra. En Europa nunca había habido, en toda su extensa historia, 70 años consecutivos de paz”, precisó el profesor Aller.

Y añadió, por último, que frente a la OTAN “debe buscar un método que no le haga depender de esta organización, que no es otra que Estados Unidos” y es lo que ya está buscando.

La apuesta de rearquitectura

Ahora, si bien es cierto y ya ha quedado claro, que los “dientes” de la Unión Europea son prácticamente inexistentes, el presidente francés, Emmanel Macron, y actual presidente del Consejo de la Unión Europea, puso sobre la mesa la intención de consolidar una propuesta de autonomía estratégica para una región que, dicho sea de paso, afronta amenazas de carácter muy diverso, que trascienden los límites del tradicional ataque bélico.

Como lo hizo en noviembre del año pasado el vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, Macron aspira a forjar una posición común (que podría tener una fuerza militar de emergencia) sobre las amenazas geopolíticas que afronta el club y que plantea, como primer paso, la creación de una fuerza militar de emergencia antes de 2025.

Y frente a cómo se consolidará esta autonomía, de acuerdo con el internacionalista Aller, en este momento es de suma favorabilidad que el presidente galo esté a la cabeza del Consejo de la Unión Europea, en la medida en la que Francia no es una, sino que es la potencia nuclear de Europa.

“Todos dependemos de este país y eso hace que tenga la capacidad de “invitarnos” a ir por un determinado lado. Él ha sido el único que ha “logrado” hablar con Vladimir Putin, que ha tratado de llegar a un acuerdo de mínimos, y es el único país que podría tratar de obligarlo a alguien a hacer algo. Distinto si la presidencia de turno fuera ahora mismo de España o Portugal no cambiaría nada. Ahora, las presidencias se hacen en triadas y el sucesor de Francia va a tener todo el apoyo de este país para avanzar en esta discusión”, explicó Aller.

¿Esta guerra, un acelerador?

Ahora, ya tenemos claro por qué la UE no tiene un frente de seguridad y defensa consolidado; ya tenemos claro cuál será su posición frente a los enfrentamientos Rusia-Ucrania, y ya tenemos clara su intención de repensar el capítulo común que tienen en materia de seguridad y defensa. La pregunta que falta por responder es sí los eventos los últimos días se convertirán en un acelerador para esta intención de consolidar la autonomía estratégica y qué tan difícil sería.

“La discusión en torno a una rearquitectura de defensa europea es supremamente compleja, que plantea un sinnúmero de preguntas, pero que tal vez ahora, a la luz de los últimos acontecimientos, sea una discusión que la Unión Europea esté dispuesta a acelerar”, advirtió el docente Forigua, quien se refirió a todos los interrogantes que esta campaña plantea.

“Es que son preguntas de calado: ¿Qué es lo que hay que construir y estamos dispuestos a construirlo? ¿Qué tipo de fuerza necesitamos?, ¿Sería para enfrentar a quién? ¿A Rusia, a China, para blindar al Mediterráneo de migrantes? Y eso sin contar que la discusión presupuestal sería una pesadilla”, concluyó.

Fuente: El Nuevo Siglo