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Dejaron de ser obreros, taxistas, pescadores o vendedores en su país para recolectar la hoja que sirve para fabricar cocaína, una actividad ilegal de la que apenas habían oído hablar y que los desgarra física y moralmente.
Dejaron de ser obreros, taxistas, pescadores o vendedores en su país para recolectar la hoja que sirve para fabricar cocaína, una actividad ilegal de la que apenas habían oído hablar y que los desgarra física y moralmente.