La economía de China creció 8,1% en 2021, el consumo la catapultó

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La economía china registró en 2021 un crecimiento de 8,1%, el más acelerado en una década, pero la pandemia de covid-19 sigue lastrando la recuperación económica del gigante asiático.

El país ha superado el choque inicial de la pandemia, pero los brotes esporádicos del virus en varias ciudades siguen perturbando la actividad.

Asimismo, áreas industriales claves se vieron afectadas por las medidas para contener las emisiones de carbono, problemas en la cadena de abastecimiento y el encarecimiento de la energía.

“La economía local enfrenta la triple presión de la contracción en la demanda, el choque en el abastecimiento y la baja en las expectativas”, admitió ante la prensa Ning Jizhe, un responsable de la Oficina Nacional de Estadística.

A pesar de este contexto, la expansión de 8,1% superó las expectativas. Se trata del ritmo más acelerado desde 2012. Pekín había pronosticado para 2021 un crecimiento de 6%.

El crecimiento del cuarto trimestre fue, sin embargo, el más lento del año, con 4%, por debajo del 4,9% en el período de julio a septiembre.

La cifra oficial del crecimiento chino siempre es un dato importante, teniendo en cuenta el peso del gigante chino en la economía mundial. El país se ve como un barómetro de la recuperación.

En 2020, China tuvo una de las pocas economías con un crecimiento positivo (+2,3%), mientras el resto del mundo se vio arrasado por el covid-19.


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Producción

La producción industrial creció más de lo previsto, 4,3% en diciembre según los datos oficiales, mientras que el crecimiento de las ventas al detalle declinó a 1,7%.

Tras la aparición de varios casos de covid, tres ciudades chinas -un total de unos 20 millones de personas- fueron confinadas en estas últimas semanas.

De otra parte, durante los últimos años, China ha venido creciendo a un ritmo vertiginoso, pero este crecimiento acelerado ha traído sus consecuencias, como el alto impacto ecológico y la necesidad de crear nuevas formas de crecimiento sostenible, son algunas de ellas.

En un informe reciente de Fondo Monetario Internacional (FMI), firmado por Chang Yong Rhee, Helge Berger y Wenjie Chen, se detalla cómo una de las soluciones a esta problemática podría ser el aumento del consumo interno.

Los investigadores de Departamento de Asia y el Pacífico del FMI, indican que China se recuperó con fuerza de la pandemia, pero el crecimiento está perdiendo impulso y sigue dependiendo demasiado del apoyo de la inversión y las exportaciones. Esto pone en peligro la transición anhelada por la nación hacia un crecimiento sostenido de alta calidad que sea equilibrado, inclusivo y ecológico

Los desafíos

Si bien los muchos desafíos de China no tienen una respuesta fácil, el mensaje clave de la revisión anual de la economía del Artículo IV del FMI es que el reequilibrio hacia un modelo más basado en el consumo impulsará las perspectivas de crecimiento a corto plazo y brindará una expansión de alta calidad en el futuro.

Es importante destacar que también ayudará a acercar al país a lograr su objetivo climático de neutralidad de carbono antes de 2060.

Los vientos en contra económicos más inmediatos incluyen la desaceleración de la inversión inmobiliaria y el rápido retiro del apoyo fiscal. Además, los nuevos brotes de variantes de virus más transmisibles están provocando más bloqueos, lo que pesa sobre la recuperación crucial del consumo privado.

Si bien las exportaciones han impulsado el crecimiento durante la pandemia, estos vientos de cola globales están a punto de relajarse eventualmente, dejando a la segunda economía más grande del mundo enfrentándose a serios desafíos. Uno de ellos es el estancamiento del crecimiento de la productividad interna, que se estabilizó en los últimos 10 años justo cuando la fuerza laboral del país dejó de expandirse.

En el informe del FMI denominado “El cambio de China hacia un crecimiento impulsado por el consumo puede contribuir a los objetivos ecológicos”, se explica que los obstáculos también incluyen la disminución de los beneficios del gasto en infraestructura tradicional y el desacoplamiento tecnológico, el flujo reducido del comercio internacional de bienes y servicios de alta tecnología. Es importante destacar que una desaceleración en el comercio y la inversión transfronteriza está destinada a ser muy costosa desde el punto de vista económico y puede afectar el crecimiento mundial, según muestra una investigación reciente del personal técnico del FMI .

Y la búsqueda de China por la neutralidad de carbono es otro desafío a abordar.

Entonces, ¿qué deben hacer los políticos? Dice el informe que el país se beneficiará en el largo plazo de una estrategia que fortalezca el consumo de una manera más duradera y al mismo tiempo apoye una mayor productividad. Y un cambio hacia un modelo de crecimiento más basado en el consumo también acercará a sus objetivos climáticos.

A corto plazo, la política fiscal debería ser más neutral y desviar el gasto de la infraestructura hacia el apoyo a los ingresos de las personas vulnerables para impulsar el consumo privado rezagado. Y un sistema de protección social mejorado ofrecería a las personas más seguridad, reduciría los ahorros precautorios y promovería mejor el consumo en el futuro.


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Competencia

Al mismo tiempo, revitalizar las reformas económicas estancadas por la pandemia impulsaría la productividad y revertiría el dinamismo vacilante del mercado al empoderar a las empresas privadas. Esto significa dejar que las empresas privadas compitan más con las empresas estatales y seguir abriendo los mercados nacionales.

Pero reequilibrar el crecimiento promete un doble beneficio, ya que respalda la economía nacional y al mismo tiempo mejora las perspectivas para el mundo evitando los peores efectos del cambio climático.

Un mayor crecimiento impulsado por la inversión no solo aceleraría la disminución de los rendimientos, sino que, debido a la alta intensidad de carbono de la inversión, incluida la construcción, dificultaría mucho que alcance sus objetivos climáticos.

Por el contrario, el reequilibrio exitoso hacia el consumo ayudará a los objetivos climáticos de China al cambiar la actividad a industrias de servicios relativamente sin explotar y lejos de los sectores industriales intensivos en carbono.

Por supuesto, habrá compensaciones entre el logro de los objetivos climáticos y el crecimiento. Si bien no se pueden eliminar por completo, el reequilibrio hacia un crecimiento más impulsado por el consumo disminuirá la intensidad energética del PIB de China y, por lo tanto, disminuirá la demanda de energía del país y aliviará la presión por la seguridad energética. De hecho, el reequilibrio por sí solo puede ayudar a reducir las emisiones de carbono en aproximadamente un 15 % durante las próximas tres décadas, como muestran las simulaciones del personal técnico del FMI. Al mismo tiempo, las políticas climáticas combinadas con inversiones más ecológicas, que son más productivas y favorables al crecimiento que el gasto tradicional, ayudarán a alejar la demanda de usos intensivos en emisiones y apoyarán un desarrollo más ecológico.

Juntas, las políticas centradas en el reequilibrio económico garantizarían que el crecimiento sostenido de alta calidad sea alcanzable y más duradero. Esto no solo beneficiaría a China, sino también al mundo.

“Esto penalizará de forma considerable el sector de los servicios, especialmente el consumo y los transportes”, advirtió la analista Yue Su, del gabinete Economist Intelligence Unit (EIU).

Y más teniendo en cuenta que Pekín se mantiene en alerta máxima al prepararse para celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero, con cierres severos, restricciones fronterizas y cuarentenas extensas.

Disminución de natalidad

Como muestra de las dificultades que enfrenta la economía china, el banco central redujo el lunes una tasa de interés clave por primera vez desde abril de 2020.

El desempleo urbano subió a 5,1% en diciembre, frente a 5% un mes antes, según las cifras oficiales.

En febrero de 2020, el desempleo alcanzó el récord de 6,2% de la población activa urbana.

La tasa de natalidad en China cayó a un nivel históricamente bajo el año pasado, desde al menos 1978, según datos oficiales.

La tasa de natalidad en el país más poblado del mundo cayó a 7,52 nacimientos por cada 1.000 personas en 2021, por debajo de los 8,52 en 2020.

Se trata de la cifra más “perturbadora” revelada el lunes, según el economista Zhiwei Zhang, del gabinete Pinpoint Asset Management, ya que “muestra que el potencial de crecimiento de China relentiza (también) probablemente más rápido de lo previsto”.

Fuente: El Nuevo Siglo